Cambiar nuestro estilo de vida para reducir el riesgo cardiovascular

Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo, siendo más de 17 millones de personas las que mueren al año por esta razón. Los factores de riesgo son la hipertensión, la obesidad infantil, el tabaquismo, la diabetes y la falta de actividad física.
Cuantos más factores de riesgo existan en los hábitos de una persona, mayores probabilidades de padecer una enfermedad del corazón. El control, mediante cambios en el estilo de vida y/o medicación, puede reducir el riesgo cardiovascular.
La alimentación cumple un rol fundamental en el control de estas principales causas, sobre todo en la que más preocupa a todos: la hipertensión. La importancia de la ingesta excesiva del sodio se encuentra sustentada en numerosos estudios de investigación, ya que es uno de los grandes enemigos en el tratamiento y la prevención de la hipertensión; para darnos una idea: hasta el agua que tomamos diariamente tiene sodio. Sólo al disminuir 3 gramos por día la cantidad de sal ingerida, se podría reducir la incidencia de accidentes cerebrales en un 26% y la enfermedad isquémica coronaria en un 15%.
Así, se evitarían 10.000 muertes por enfermedades cardiovasculares al año, por lo que una de las principales medidas para alcanzar el objetivo propuesto por la Federación Mundial del Corazón es disminuir su consumo.
En Argentina, los estudios demuestran que aproximadamente el 35% de las personas son hipertensas y 1 de cada 2 personas son mayores de 50 años, pero sólo la mitad de ellos está en conocimiento de esta situación.
Si bien la Organización Mundial de la Salud recomienda consumir 3-6grs. de sal por día, los argentinos consumen alrededor de 12. Es por ello que es de vital importancia controlar el contenido de sodio oculto en los alimentos consumidos diariamente, ya que la mayoría del sodio que se consume proviene de los alimentos procesados o industrializados, donde por lo general los consumidores no tienen conocimiento de las cantidades. Incluso el agua tiene sodio, y el mercado ofrece aguas con alto y con bajo contenido de sodio, por lo que es recomendable reducir los niveles ingeridos en todos los alimentos y bebidas, para reducir la carga total de sodio consumida.
Además de quitar el salero de la mesa y no añadir mucha sal a las comidas, no abusar de productos ricos en sal. Es preferible cambiar los alimentos precocinados por productos frescos, beber agua con bajo contenido en sodio y utilizar otros condimentos para realzar el sabor. Asimismo, a la hora de seleccionar lo que ingerimos, resulta fundamental leer las etiquetas para aprender qué productos contienen menos sodio, evitando la “sal invisible”, sumado a realizarse controles médicos periódicos.

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