Cromañón, en primera persona

Hoy se cumplen once años de la tragedia no natural más importante que tuvo nuestro país. El Patagónico habló con Diego Cocuzza, un sobreviviente de la noche en la que ardió el boliche Cromañón y, en un crudo relato, recordó aquel 30 de diciembre en el que murieron 194 personas.
"Que no se quede mi pueblo dormido", cantaba Patricio Fontanet, líder de Callejeros, en un año que venía siendo casi perfecto para la banda. Comenzaron el 2004 tocando ante 1.000 personas y seis meses más tarde presentaban el tercer disco, "Rocanroles sin destino", en el estadio de Excursionistas ante casi 15.000 jóvenes que se sentían identificados con cada frase que "Pato" relataba arriba del escenario, demostrando que el conjunto crecía cada día un poco más.
Un recital más, que no sería un recital más. Una banda de rock que buscaba llegar a sus fanáticos través de sus letras, con un estilo que comenzaba a definirse y a tratar de tener cierto mensaje en momentos donde el país finalizaba una de las más densas crisis socioeconómicas.
Una noche más, que no sería una noche más, sino una de las noches más recordadas en la historia del país. El 30 de diciembre de ese año, el grupo cerraba una serie de tres recitales en el boliche "Cromañón", espacio que en esos tiempos era reflejado como uno de los mejores lugares para ir a escuchar rock después de "Cemento". Los fanáticos se reunían horas antes.
"Recuerdo que pasé a buscar a unas amigas para ir al lugar. Esperamos a que termine de tocar la banda soporte afuera, tomando algo, y después decidimos entrar", revivió en exclusiva Diego Cocuzza, sobreviviente de la tragedia, a El Patagónico.
La época y la gente había plasmado una moda y un folclore que perseguía al rock nacional. Las bengalas comenzaron a inundar los shows en esos años. Una "granada que los músicos fueron pasando de mano en mano y que le explotó a Callejeros", según el "Indio" Solari.
"Entramos y me acuerdo que sonaban Los Redondos. En un momento salió Chabán (dueño del lugar) pidiendo que no se tire pirotecnia, lo hizo insultando a la gente, por lo tanto los pibes no le dieron pelota y tuvo que salir Fontanet a pedir por favor que no se prendan más bengalas, que era habitual que lo hagan en los shows", explicó Diego.
Callejeros logró tocar sólo medio tema, cuando alguien del público encendió una candela y desató el caos. El boliche comenzó a arder y todo se transformó en un "sálvense quien pueda": "teníamos que empujar al de adelante para intentar salir. Cuando se cortó la luz fue todo un desastre, era confiar que el de adelante sabía cómo salir y todo se hizo más difícil".
Al comenzar el incendio un corte de luz dejó a la gente totalmente a oscuras. Una pequeña puerta iluminada señalaba la ubicación de una salida emergencia, pero la misma estaba cerrada con un candado por el lado de afuera, dejando atrapadas a varias personas que se podrían haber salvado saliendo por la misma. Días después, se conocerían todas las fallas que tenía el lugar.
"Yo respiraba y sentía que me entraba fuego por la nariz. Llegué a resignarme y a pensar que me moría y que me estaba por reencontrar con mi abuelo que había fallecido el año anterior. Se me pasó por la cabeza todo eso. Luego llegué a la puerta, pero todavía no sé cómo", relató el joven que en ese entonces tenía 19 años.
Diego continuó el crudo relato recordando el momento que logró salir. A pesar de estar intoxicado con el humo, sacó fuerzas para ayudar a personas que no conocía. "Cuando salí a la calle comencé a buscar a mis amigas. Encontré a la primera en minutos y a la otra la encontramos desmayada al rato. Ahí busqué el auto y empecé a llevar gente a los hospitales. Hice cuatro viajes y en el último me descompuse yo. Terminé internado en el Hospital Italiano un día entero".

"NO NOS CUENTEN"

El saldo de la tragedia fueron 194 muertos, entre ellos, se encontraba la novia del cantante "Pato" Fontanet, la madre del baterista, la esposa y los primos del mánager, el hermano del percusionista y cinco familiares del guitarrista Maximiliano Djerfy: su tío, tía, prima, el novio de su prima y su ahijada de 15 años.
"Mi vida cambió en un montón de cosas. Estuve cerca de la muerte y eso me puso mucho más sensible. Me cambiaron las amistades y hasta el laburo. Me hizo un click muy grande y llegás al punto de no hacer lo que te gusta porque pensás que te podés llegar a morir. Eso me pasó al principio. Después recibí mucha ayuda psicológica y lo puedo manejar mejor ahora", contó Diego.
Con el tiempo, Cocuzza comenzó a organizar algunas marchas a favor de Callejeros, de quien cree en su inocencia y lucha todos los días por eso. Aunque para algunas personas sean "los bengaleros asesinos" para él sigue siendo esa inoxidable pasión que no todos ven y sigue sintiendo la misma bronca de años atrás, "cuando los asesinan mediáticamente. Está claro: ellos fueron a tocar a un lugar que estaba habilitado por el Gobierno de la ciudad de ese momento. Los responsables son los que permitieron que ese boliche esté abierto", considera.
"El dueño de Cromañón tenía acondicionado un lugar de forma paupérrima para brindar recitales de rock. Los músicos son inocentes porque fueron a hacer su trabajo. Hay que romper con el mito de que incentivaban la pirotecnia. Ellos no inspeccionaban y controlaban nada, eso está a cargo de los funcionarios. Un músico no hace ese tipo de cosas", finalizó el sobreviviente.
El joven que logró salvarse de este trágico suceso es integrante de "No nos cuenten Cromañón", agrupación de sobrevivientes. Hoy, este grupo, organiza una marcha en el Obelisco, en recuerdo de la noche en la que almas púberes estuvieron cara a cara con la muerte.

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