Después de 20 años limpiaron la pared más sucia del mundo

Se estima que el callejón del mercado Pike Place en Seattle contaba con más de un millón de piezas de chicle pegadas sobre sus paredes. Por temor a la concentración de ratas y al deterioro del edificio, la municipalidad decidió limpiarla.
Determinar cómo nacen ciertos íconos urbanos puede ser un misterio. A primera vista, no hay razón lógica por la cual el público decidió detenerse en una determinada esquina, o convertir tal o cual monumento en un punto de referencia. A fuerza de costumbre, repetición y algo de mística, ciertos lugares simplemente se ganan un lugar en la consideración popular. Y no hay más vuelta que darle.

Algo de esto pasó con el Muro del Chicle. A lo largo de los últimos 20 años, las paredes que conforman el callejón de salida del mercado Pike Place, ubicado en la zona centrica de Seattle, se convirtieron en una atracción por el hecho de "coleccionar" pedazos usados de chicle que la gente iba pegando sobre ellas. Así, desde bodas y citas por el Día de San Valentín hasta los turistas recién llegados a la ciudad, todos querían su foto frente al casi millón de chicles que se estima llenaban toda la superficie.

Alguna vez considerada uno de los 5 atractivos turísticos con más gérmenes del mundo, al Muro del Chicle le llegó finalmente la hora del fin. O, más bien, de volver a empezar. La municipalidad de la ciudad decidió encarar un proceso de limpieza a vapor del sitio, preocupado por la contaminación que generaba, además del deterioro que le ocasionaba al edificio.

Adiós al Muro del Chicle

La historia comenzó en 1993, cuando la gente que hacía la cola para entrar a un espectáculo de stand up que se desarrollaba en el edificio empezó a pegar sus chicles a lo largo de la pared sobre la que se apoyaban. En el callejón había una caramelera, solo que llena de chicles. De esta manera, el público podía además tener siempre material a mano con el cual seguir alimentando el "collage" urbano. Inclusive hubo quienes se animaron a hacer pequeñas piezas de arte con sus restos, interviniendo las configuraciones que ya se encontraban hechas.

Después de numerosas limpiezas del sector, los responsables del lugar finalmente se rindieron, y dejaron que los pedazos se siguieran amontonando. Fue recién en 1999 que los dueños empezaron a difundir la existencia del sitio, y a tratarlo como un atractivo. Desde entonces, ha sido un popular destino para fotógrafos de boda, e inclusive ha aparecido en el cine: una escena de la película Love Happens, protagonizada por Jennifer Anniston, fue filmada allí.

A pesar del proceso de limpieza a vapor que se está desarrollando (el trabajo demandará tres días, y estaría terminado el viernes 13 de noviembre), los dueños del lugar no tienen esperanzas de que se mantenga limpio, y calculan que en poco tiempo la gente volverá a pegar como siempre sus restos pegajosos sobre las paredes.

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