Dice que puede reconocer a quienes iban en el patrullero cuando desapareció Iván

El testimonio más relevante y preciso que se escuchó en lo que va del juicio por la desaparición forzada de Iván Torres fue el que brindó ayer uno de los dos testigos que lo vio por última vez. Su declaración modifica fechas y horarios, ubicando el episodio en la madrugada del 2 de octubre de 2003. Se trata de un joven que hace 12 años estaba en situación de calle y que en la actualidad, con total lucidez, le aseguró al tribunal que puede reconocer a los policías que los maltrataban y echaban del centro.
El primero de los testigos considerados vulnerables y que no tuvo inconveniente en declarar con la presencia de los imputados y público en la sala fue Luis Patricio Oliva, quien también formó parte de la lista de testigos protegidos por orden de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aunque al finalizar su declaración afirmó que en estos 12 años no recibió contención de nadie, "ni de la Justicia, ni de los Derechos Humanos".
En 2003 él era menor de edad y pasaba gran parte del día en las calles del centro con su grupo de pertenencia que integraban otros jóvenes de apellidos Colil, Bolívar, Mansilla e Iván Eladio Torres (24). Este último era más grande que ellos y la mayoría de las noches dormían en su casa. En el mismo predio de la calle Cruce de los Andes estaban la casa de Iván, adelante, y la de su madre, detrás.
El testigo contó que el trato con la policía no era el mejor y se refirió a setiembre de 2003 como el mes en el que se agudizaron los problemas, se multiplicaron las detenciones y se produjeron situaciones extremas.

"LA BASURA HAY QUE
TIRARLA EN EL CERRO"
"A Iván los policías lo trataban de chileno; eso le dolía y como era mayor por lo general se lo atacaba a él. A principios de setiembre de 2003 las detenciones comenzaron a ser más duras y seguidas y una vez nos llevaron al cerro porque decían que ahí iban a tirar la basura".
Sobre ese episodio precisó que mucho antes del 26 de setiembre salió de la casa de Torres con Luis Bolívar rumbo al centro y mientras caminaban por avenida Yrigoyen, frente al Hospital Regional y a la altura de la farmacia que referenció por esa zona, apareció un patrullero y los levantó.
"´Vamos a tirar la basura el cerro´, dijeron y nos cargaron en el patrullero. Allá nos bajaron de los pelos, nos sacaron las zapatillas y comenzaron a disparar al aire para intimidarnos. Nos hicieron correr y decían que no nos querían ver más en el centro", sostuvo el testigo y recordó que se lo contaron a Iván cuando volvieron a su casa.
"Era un grupo nomás el que siempre hacía eso. Hay dos (policías) que puedo reconocer", confirmó el testigo, por lo que será convocado más adelante para llevar a cabo esa medida de prueba.
En el relato de otros de los episodios, también ocurridos durante setiembre de 2003, Oliva describió una escena que transcurrió en la playa próxima a la estación de servicio Rodrigo. Allí estaba con Walter Mansilla e Iván tomando cerveza. En un momento el hoy desaparecido se alejó para orinar y llegó un patrullero del que se bajaron policías y comenzaron a pegarles a él y a Mansilla.
"Cuando lo vieron a Iván dijeron 'mirá, allá está' y se le fueron, lo redujeron con esposas y se lo llevaron. Iván no se resistió y nosotros nos fuimos a su casa a esperarlo. Cuando llegó estaba todo golpeado y sin zapatillas. 'Me hicieron lo mismo que a ustedes, pero me llevaron al 8', nos contó".

LA NOCHE ANTERIOR
A LA DESAPARICION
Con su declaración, Oliva terminó acomodando las fechas y horarios brindando precisión sobre cuándo fue definitivamente la desaparición de Iván Torres y para ello tiene como referencia lo que le ocurrió el 30 de setiembre, cuando junto a Colil se dirigían a la casa de Torres y advirtieron que los seguía la policía.
"Apuremos el paso porque nos van a levantar", le dijo uno al otro, temiendo que los volvieran a llevar al cerro. Una vez que atravesaron el portón de la casa de Torres, el ladrido de los perros de la cuadra les advirtió que los policías también estaban allí.
Al respecto recordó que los policías querían entrar a la casa; que Iván y su hermana Valeria Torres no se lo permitieron. "'Entréganos a los pendejos', decían y llegó la mamá de Iván. Nos pidió que por favor nos retiremos porque le estábamos llevando problemas" y salimos por la ventana para irnos a la plaza de Las Torres. Ahí nos quedamos hasta que se calmó todo y después volvimos a dormir a la casa de Iván".
De su testimonio surge que Torres tenía que trabajar a la mañana siguiente. Lo hacía con su hermano Marcos hasta alrededor de las 16. A esa hora del 1 de octubre se encontraron en la plaza España, a la que ellos llamaban La Gallega. Toda la tarde, hasta la medianoche, estuvieron allí Oliva, Colil, Mansilla y Torres. Por el lugar pasaron muchos conocidos de ellos, compartieron algunas cervezas y cuando se hicieron las 0 o 0:30 se fueron por San Martín hasta la heladería Plaza Bitto -pasando Máximo Abásolo-, como solían hacer casi todas las noches de setiembre.
Los pibes se habían hecho amigos de las chicas que trabajaban en la heladería y cuando cerraba el comercio ellos les ayudaban a ingresar un castillo inflable. A cambio recibían un helado.
"Cuando llegamos a la plaza pasó un patrullero por San Martín y al vernos bajó la velocidad. Eran tres policías que iban adentro. Ellos nos miraron y nosotros a ellos. Esa vez miramos el número del móvil: 469. El castillo ya estaba desinflado y doblado; había que cargarlo y meterlo adentro nomás, era rápido eso. Las chicas ya tenían el helado preparado", sostuvo.
El patrullero siguió para dar la vuelta a la plaza Soberanía y según la posición en la que estaban Colil y Oliva, este último pudo ver cuando el móvil se aproximaba a Iván. El joven estaba sobre Abásolo esperándolos y de espalda a la calle. Ellos entraron el castillo, recibieron el helado y salieron para compartirlo pero Iván ya no estaba. Fueron hacia el sitio donde lo habían visto y no lo encontraron; lo buscaron por la arboleda de la plaza y tampoco dieron con él.
"Al día de hoy no me puedo explicar cómo una persona puede desaparecer en dos minutos. Nunca me voy a olvidar y no me voy a dejar amedrentar por nadie", dijo Oliva y pidió que se haga justicia por su amigo.
"Para eso estamos acá", le respondió el presidente del Tribunal Oral Federal, Enrique Jorge Guanziroli, quien le hizo saber que será convocado nuevamente para una eventual medida de prueba.
Ayer también declaró otro testigo vulnerable que pidió hacerlo sin público, sin presencia del periodismo, ni imputados. El debate continuará la semana que viene.

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