En las 26 horas que duró el temporal cayeron los mencionados 42 milímetros, la mitad de ellos en un lapso de tres horas durante la madrugada. La cifra impuso una prueba a todos los pluviales de la ciudad, que obviamente no superaron: avalanchas de agua y lodo, anegamientos, destrozos en viviendas -General Mosconi y Laprida fueron de los más damnificados-, quedando sepultados dos símbolos como la comisaría y la vecinal y dejando un saldo de cerca de 60 familias evacuadas en diversos barrios.
Ríos de agua y barro ocasionados por la violenta precipitación que arrastraba además desprendimientos de arcilla del Chenque se llevaron consigo vehículos y derribaron postes de luz, produciendo la muerte de tres personas en distintas circunstancias: Raimundo Bordón, de 76 años y con antecedentes cardiacos, sufrió un infarto mientras intentaba desesperadamente sacar el agua que cubría su casa en Laprida. Ayer su hija recordó el episodio, resaltando que otra vez protagonizaron lo que nunca quisieron volver a vivir.
En 2010 Mercedes Navarro tenía 18 años. Sufrió un cuadro cardiorrespiratorio irreversible al ser arrastrada por el alud. La joven era oriunda del barrio Ceferino y murió al ser arrastrada por el agua cuando intentaba aparentemente ayudar a su madre a bajar del auto en la puerta de su casa, en medio de la tormenta. Tanto Navarro como Bordón recibieron atención médica en hospitales, aunque no pudieron ser reanimados. Con un cuadro similar al de Navarro, ingresó esa noche al Hospital Regional un chico de 14 años. Ahogado en el lodo, tenía un diagnóstico de muerte cerebral y permaneció en estado de coma algunas horas, para finalmente fallecer al día siguiente. Entre los casos de gravedad, también se registró un bebé de dos años, arrancado de los brazos de su madre por el temporal, y un hombre de 56 años que ingresó al servicio hospitalario con un cuadro de hipotermia. Ambos fueron dados de alta el 19 de febrero.
El después del alud fue desolador en los barrios altos y la limpieza y remoción del lodo demandó varios días de trabajo: personal de Gendarmería, el Ejército, Vialidad, empresas privadas de la ciudad y 30 cuadrillas municipales debieron trabajar para reconstruir la trama vial. Fue necesario desplegar un operativo de seguridad vial para normalizar el funcionamiento de los accesos.
A diferencia de la tormenta que padece Comodoro desde el miércoles, el alud se desató sin ningún tipo de alerta previa y la emergencia solo se declaró cuando ya habían caído los 42 milímetros de agua. Los operativos posteriores demandaron entre otras acciones la sanción de una ordenanza de emergencia para poder disponer de fondos para la reconstrucción vial y el apoyo a familias damnificadas que debieron reconstruir sus hogares, muchos de ellos reclamando las obras comprometidas varias semanas después de la catástrofe.
También generó el diseño de obras de contingencia como muros de contención en Laprida, los pluviales de la avenida Quintana en Km 3 y el aterrazamiento del Chenque.