El encanto de Aruba más allá de las playas

Apodada "la isla feliz", esta diminuta joya del Caribe forma parte de los Países Bajos y tiene una larga historia no sólo en su etapa colonial sino también precolombina.
Aruba es sinónimo de playas paradisíacas y shoppings con tiendas de lujos, pero esta isla del Caribe tiene mucho más que ofrecer que compras y relax: su historia colonial y precolombina, y varios senderos para recorrer sus paisajes más allá de la orilla del mar.
Desde la ventana del avión, esta isla de no más de 32 kilómetros de longitud y 10 de ancho en su punto más amplio, pone en el ojo del turista unas playas de arena blanca y fina –catalogadas entre las mejores del mundo– y aguas cristalinas que varían entre el azul turquesa y el verde esmeralda. Es, en definitiva, una postal que invita a relajarse.
Más allá de una oferta hotelera con instalaciones de lujo, playas privadas y restaurantes que ofrecen una variedad gastronómica inigualable, en la que abunda la comida de mar en recetas locales e internacionales, la isla esconde propuestas de esparcimiento que vale la pena descubrir.
Por ejemplo, los visitantes pueden recorrer el camino a las Rocas de Casibari, una formación gigantesca ubicada al norte del monte Hooiberg, a apenas 44 minutos de caminada desde el centro de Oranjestad, la capital y principal localidad de Aruba.
Pocos imaginan que un paraíso tropical como Aruba también esconde un desierto en su zona norte. Sí, un verdadero desierto. Para olvidarse por un rato del trinomio playa–brisa–mar, solo basta con tomar el Jeep Safari, un recorrido de cuatro horas al que los lugareños consideran la "montaña rusa arubiana".
Los primeros pobladores de la isla fueron los Caquetíos, descendientes de la tribu Arawak, que habrían llegado a Aruba desde Sudamérica en el año 1000 d.C. y justamente se cree que fueron ellos quienes dejaron las marcas de sus ritos religiosos en las Rocas de Casibari.
Otro de los paseos más populares que hacen los visitantes (ya sean los que se quedan varios días en la isla o lo que bajan desde los cruceros por el día) es el camino al Puente Natural, una forma geológica de piedra caliza coralina que se derrumbó el 2 de septiembre de 2005 pero aún mantiene su atractivo natural.
Las ruinas de las minas de oro de Bushiribana sirven como escenario para cabalgatas o para el senderismo por los caminos de los reductos coloniales que datan de los siglos XV y XVI. En ranchos como La Poderosa, por ejemplo, llegan a hacerse excursiones a caballo de 15 personas cada una hasta tres veces por día.
Las Playas
En cualquier caso, hay rincones de la 'isla feliz' que no se pueden pasar por alto si lo que se quiere es disfrutar del glorioso Caribe.
Para empezar, en la zona de Malmok Beach se esconde Boca Catalina, uno de los secretos mejor guardados de Aruba. Es una pequeña bahía donde las aguas cristalinas permiten nadar a los amantes del mar y practicar snorkel para apreciar todas las especies submarinas que habitan los arrecifes de coral.
Otra de las playas idílicas es Baby Beach, una medialuna de arena en una laguna de aguas poco profundas situada en el extremo sureste de la isla, donde uno que otro puesto de refrescos y restaurantes instalados en cabañas le hará vivir un día inolvidable.
Además, hay que dar un paseo por Eagle Beach, un área pública muy popular que bordea la carretera principal, donde es muy fácil estacionarse e instalarse bajo un ejemplar de "fofoti" o de "dividivi", dos árboles típicos de la isla que crecen inclinados y proyectan una deliciosa sombra natural.

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