Si la placa no se quita de la dentadura, se convierte en un depósito duro denominado sarro que queda atrapado en la base del diente. La placa y el sarro irritan e inflaman las encías. Las bacterias y las toxinas que éstas producen hacen que las encías se infecten, se inflamen y se tornen sensibles.
Muchas personas tienen algún grado de gingivitis. Ésta generalmente aparece durante la pubertad o durante las primeras etapas de la edad adulta, debido a los cambios hormonales. Puede persistir o reaparecer con frecuencia, según la salud de sus dientes y encías.
La gingivitis puede presentarse de diferentes maneras: sangrado de encías (sangre en el cepillo de dientes incluso con un cepillado suave); apariencia roja brillante o roja púrpura de las encías; encías sensibles al tacto, pero por lo demás indoloras; úlceras bucales; encías inflamadas o de aspecto brillante.
¿CÓMO SE PREVIENE?
La buena higiene oral es la mejor forma de prevenir la gingivitis. Los dientes deben cepillarse por lo menos dos veces al día y usar hilo dental, al menos una vez por día. También se pueden recomendar las cremas dentales o enjuagues bucales antisarro y antiplaca.
La limpieza o profilaxis dental profesional hecha con cierta regularidad es importante para quitar la placa que se puede formar, incluso con un cuidadoso cepillado y uso de seda dental. Muchos odontólogos aconsejan hacerse una limpieza dental profesional por lo menos cada seis meses.
TRATAMIENTO
El objetivo es reducir la inflamación. El odontólogo o el higienista oral hacen una limpieza de los dientes, para lo cual puede usar diversos instrumentos para aflojar y remover los depósitos de los dientes.
La limpieza dental profesional, además del cepillado y uso de la seda dental, se puede recomendar dos veces al año o con más frecuencia para casos graves de enfermedad periodontal. Igualmente, se puede recomendar el uso de enjuagues bucales antibacterianos u otro tipo de ayudas.
- 26 mayo 2017