Los colores son diferentes pero la pasión es la misma

Facundo es "hincha enfermo" de Newbery. Mariano es "hincha fanático" de Huracán. Se "gastan". Se insultan. Se enemistan por un rato. Se acuerdan de cada detalle de tal clásico. Se ríen. Se cuidan. Se abrazan. Se aconsejan. Llevan el fútbol en las venas. Se conocen desde que tenían 5 años, y su amistad nació por una adversidad y por una hermosa rivalidad. Sólo piden que "el mejor clásico de la Patagonia" no se muera.
Facundo Rodrigues y Mariano Morales se conocen desde que tenían 5 años. Son amigos. ¡Pero rivales! ¡Son hinchas! ¡De los verdaderos! Uno quiere que gane Jorge Newbery y el otro quiere que gane Huracán. No les gusta el empate. Quieren que gane uno u otro, pero que hoy "no haya quilombo".
Se vuelve a jugar un clásico con las dos hinchadas después de cinco años en Comodoro Rivadavia. En esta oportunidad es por el torneo Federal B, algo que no había ocurrido en anteriores ocasiones.
Pero estos muchachos, hoy con 26 años, tienen varias historias que contar. Empecemos desde el principio: Marta (mamá de Facundo) y Marcela (mamá de Mariano) se conocieron en el sanatorio La Española. Mariano y Facundo nacieron con parálisis cerebral, algo que les afectó la motricidad, pero no la voluntad.
"Yo tengo veinte operaciones", tira "Facu", que nació el 12 de febrero de 1990 pesando 960 gramos, con 5 meses y medio de gestación. Y Mariano "redobla" la apuesta. "Yo tengo más operaciones que Michael Jackson. La última que me falta es hacerme las tetas", dice, al son de las carcajadas.
Mariano nació un Año Nuevo, antes de tiempo. "Yo tendría que haber nacido el 22 de febrero y nací el 1 de enero. Es decir que se les atragantó el vitel toné y nací yo", larga, con actuada seriedad, mientras afloran las risas.
Así, por momentos como si se tratara de un show de stand-up, es el tono de la conversación que mantuvo El Patagónico en la casa de Facundo Rodrigues con estos dos amigos que aman al fútbol en general, pero que se desviven por sus colores.
Los dos son hinchas de Boca, pero los clubes de su tierra son lo más grande que tienen. Ahí ya no comparten colores, aunque sí la pasión. También coinciden en su vocación por las relaciones públicas. Mariano ya tiene el título y Facundo está encaminado en la carrera.

EL CORAZON DEL HINCHA

"Facu" se autodenomina como "un enfermo de Newbery", y es entendible. "Yo nací con la azul y blanca puesta, primero por mi abuelo 'Lolo' y después por mi viejo (Carlos Rodrigues), que fue mascota, jugador y técnico de Newbery. Mi hermano, Pablo 'Chimichurri' Rodrigues, también jugó en Newbery. Jugaba de '3'. La familia es toda de Newbery. Y Newbery es mi vida, más que Boca", sentencia.
Al tal punto llega ese amor por su club, que, sin medir consecuencias, reflexiona: "Está mi vieja primero y Newbery abajo. O está Newbery y después mi mamá". Las risas son incontenibles. Este pibe es un kamikaze.
Facundo es socio anual del "Aeronauta", es decir que paga una sola vez de enero a enero, todas las cuotas juntas. "Y no me pago un refuerzo porque mi vieja me echa", bromea.
Sin dudas, alguien que tuvo mucho que ver en su amor por Newbery, fue un ex presidente de la institución del barrio 9 de Julio. "El 'Portugués' Pires soñaba con un club glorioso e imparable. Eso me lo transmitió a mí, con 10 años", evoca.
La historia de Mariano con el "Globo" no es tan intensa desde el comienzo como la de su compinche. "Yo vivía en la Dorrego y luego me mudé al Pietrobelli. Ahí conocí a Huracán, con 10 años", reconoce.
"Con el tiempo me fui fanatizando", asegura, y tira un ejemplo: "Mi vieja me dice '¿qué te pasa?'. Yo le digo 'lo que pasa es que me estás pidiendo que me compre una remera azul y blanca, y yo no me voy a poner una remera azul y blanca'. Me pregunta '¿por qué, cuál es el problema?'. Y le contesto '¡fijate cuál es el problema, azul y blanca no!'".
Su acercamiento genuino a Huracán fue por medio de un amigo que jugaba en el primer equipo. "Un amigo mío, 'Nacho' Llaneza, jugaba de '3' en la última época del 'Batata' Barrientos. Estaban Lucas Pineda, Noé Ríos, el 'Flaco' Sciutti, era un equipazo", recuerda.
Pero, a diferencia de Facundo, que va a la cancha con su papá desde chiquito, Mariano conoció esa pasión en plena adolescencia. "Cuando era chico, mi vieja no me dejaba ir a la cancha porque era chico, y la seguridad y la 'gran siete'. A los 17, 18 años, fui por primera vez a ver un clásico. Casi me muero", enfatiza.
Y rememora: "El miércoles se cumplieron seis o siete años de la 'chilena' de Maximiliano Alaniz, que la clavó en un ángulo. Rubilar tiró el centro. Ahí fue mi primer contacto con un clásico, con la pasión".
Su amor por el "Globo" se infla cada vez más. "Yo soy 'enfermo' de Boca e hincha de Huracán, pero con el tiempo va tirando más el club de Comodoro. Como que ahora me estoy aferrando más. Por ahí, mi vieja se calienta porque estamos comiendo en familia y si tengo que ir a la cancha, voy a la cancha", asevera.

"NO ES UNA GUERRA"

Mariano Morales y Facundo Rodrigues coinciden en que "un clásico no es una guerra", y en que ganan "todos" si el espectáculo transcurre en paz.
"Es un clásico, muchachos, no es una guerra. Hinchas genuinos como nosotros se pueden perder un clásico por un quilombo de la hinchada. No tiene sentido. Si queremos que el fútbol vuelva a ser fútbol, y que vuelvan las dos hinchadas, y que vuelva la familia y toda la pelotita, tratemos de no armar tanto problema por perder un partido", asegura Mariano.
Al respecto, "Facu" agrega: "Más allá del resultado deportivo, ganamos todos si no pasa nada, porque ganan los clubes por recaudación. Siempre decimos que hay que jugar cuatro clásicos al año, mínimo, porque pueden pagar un presupuesto de Argentino B con un clásico".
"¡Con un clásico podés solventar todo el año si querés, porque este clásico va a meter, como mínimo, 8 mil personas! ¡Y hasta podés pagarle un premio al plantel! 'Si ganás, hay tanta moneda'. ¿Qué se yo? Con esa plata podés hacer un montón de cosas", remarca.
Facundo admite que si Newbery pierde, no confunde tristeza o bronca con violencia. "Yo no te digo que si pierde Newbery voy a estar feliz. Voy a llegar a mi casa, voy a gritar, voy a putear, voy a llorar, pero no voy a tirar piedras. Si pierdo 2 a 0 y tiro una piedra no va a cambiar el resultado. ¡No lo podemos cambiar, muchachos!", advierte.
Por otro lado, aclara: "Nosotros tampoco somos una seda. Si pega Calfú (Iván, defensor de Huracán), algo le voy a decir. Eso es una cosa, eso se permite, hasta la puteada del otro se permite en la cancha", recalca.
Y la anécdota de Mariano grafica esa pasión a la perfección. "Mi viejo no me quiere acompañar a la cancha, porque una vez pedí una tarjeta amarilla para Aynol (Jorge, ex delantero de Newbery) y tiré un bastón a la mierda. Tuvo que levantarse a buscarlo. Si Aynol mete un planchazo, ¿lo voy a aplaudir?", se queja.
"Eso es lo que no entiende mi viejo. Me dice '¿por qué lo puteás?'. '¡Y, porque es de Newbery!'", resume.
Pero ese es el límite. "No vas a venir a pegarme un piedrazo, una piña o un palo porque tengo la camiseta de Newbery", le dice Facundo. "No, eso ya es ser un cavernícola", sentencia Mariano.
El mensaje es clarísimo, y la reflexión de "Facu" no deja lugar a dudas de lo que significa este clásico. "Si se llega a armar quilombo ahora, no se juega más. No podemos perder esta oportunidad, es como que a los 40 minutos (el delantero de Newbery, Hugo) Videla tenga la pelota y le erre. ¡Tenemos el arco enfrente, muchachos, no podemos errarle los hinchas, no podemos errarle, porque si le erramos, perdemos el clásico más grande de la Patagonia!", asegura.
Y pone más paños fríos. "Ruego que no pase nada, y hay que entender que dentro de diez fechas hay revancha. Si pierde Newbery, voy a apagar el teléfono y la amargura que voy a tener va a ser proporcional a cómo lo vivo al club. Pero en diez fechas tengo revancha. Y aparte, pierda Huracán o pierda Newbery, ninguno de los dos equipos queda mal parado en la tabla", analiza.
Facundo Rodrigues y Mariano Morales son hinchas genuinos, son rivales, son amigos. Viven el fútbol con pasión y no ven la hora de que arranque la fiesta, y que termine en fiesta. Por todo eso, juegan en el mismo equipo.

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