Los parámetros orbitales varían con el tiempo a causa de la influencia gravitatoria del sol y los planetas. En esta ocasión, el perigeo lunar (la mínima distancia Tierrra-luna) coincidirá con una luna llena. Será algo poco habitual, teniendo en cuenta una serie de complejos cálculos de probabilidades matemática. De hecho, el promedio contempla una sóla luna llena de entre 14 superlunas y la próxima ocasión que sucederá eso será en 2034.
Respecto al apogeo (la máxima distancia Tierra-luna) de la órbita, la luna llena de mañana podrá obtener un tamaño 14% mayor. Lo que estará claro es que el satélite aparecerá mucho más brillante de lo habitual.
En ese instante, la luna se encontrará a unos 147.985.447 kilómetros del sol (uno de sus puntos más cercanos), por lo que representará una ayuda complementaria para un plenilunio absoluto y para que se consiguiera una iluminación del 99,4%.
Pero, como si fuera poco, el lunes también se podrá percibir la mayor luna llena en 86 años. Para que exista una superluna con un tamaño similar a la de mañana habrá que esperar hasta el 6 de diciembre de 2052, cuando se verá la superluna más grande del Siglo XXI.
QUE EFECTOS SE PRODUCIRÁN EN LA TIERRA
Ante este tipo de eventos astronómicos tan aislados, siempre suelen aparecer corrientes alarmistas sobre alguna especie de apocalipsis o consecuencias para el curso natural de la tierra. Sin embargo, el fenómeno de mañana apenas se percibirá en mareas más agitadas.
La atracción gravitatoria lunar será mayor de lo habitual, es cierto, y aunque se cree que ese factor no será lo suficientemente importante como para poder causar perturbaciones geológicas, como tsunamis o terremotos, lo que acaba de ocurrir en Nueva Zelanda abre un signo de pregunta y potencia la expectativa por la Súper Luna.