"Mi hijo no era plata"

José Luis Ogas nunca pensó que ese 7 de enero de 2013 le iba a cambiar la vida. Su hijo Dylan tenía 5 años y esa mañana había sufrido una fractura en su brazo, lesión que terminó quitándole la vida seis días después.
Por este hecho, en marzo pasado la justicia le otorgó el beneficio de la suspensión de juicio a prueba por dos años al médico Mariano García, uno de los tres imputados por el caso. Los otros fueron Adrián Villarroel y Julián Petrolito, quienes el año pasado habían sido beneficiados con esta medida tras ofrecer un resarcimiento económico de $50.000 cada uno.
Para Ogas la decisión fue injusta, teniendo en cuenta que para García habían solicitado una condena de 4 años de prisión de efectivo cumplimiento y el doble de tiempo de inhabilitación para ejercer la profesión. "La idea mía era sacarle la matrícula aunque sea, y no sucedió. Yo ya perdí. Ellos hicieron un ofrecimiento de $50.000, pero directamente ni lo hablé al tema porque mi hijo no era plata".
"Los tipos siguieron laburando siempre, como si nada. Pero me hubiese gustado tener una sanción mucho más dura porque yo lo tomé como un abandono de persona. Me mandaban de acá para allá y de no atenderlo, 'patearlo y patearlo', pasó lo que paso. Se me fue mi hijo", agregó.
Dylan hoy tendría 8 años. Murió el 7 de enero de 2013, seis días después de haberse fracturado el cúbito de su brazo derecho, razón por la cual su padre decidió llevarlo a la Clínica del Valle pensando que era la mejor opción.
Allí fue atendido por García, quien le colocó un yeso para inmovilizar la fractura. El niño volvió a su casa, pero al otro día empezó a sentir un intenso dolor y su padre decidió llevarlo nuevamente a la clínica donde fue atendido; lo revisaron pero la molestia continuó, por lo que dos días después el menor fue atendido por Villarroel, quien ordenó la descompresión del yeso a través de un nuevo corte. Pero el dolor no cesaba.
A esta altura de los acontecimientos, el edema en el brazo de Dylan era evidente, por lo que al otro día cuando volvió a ser asistido -esta vez por Petrolito- fue derivado al Hospital Regional. Allí el profesional decidió amputarle el brazo y horas más tarde falleció.
Para José Luis el paso del tiempo no aplaca el dolor. Hoy, su esperanza es poder revertir las absoluciones de los médicos y que se haga justicia.

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