Otra manera de formar una familia y mirar la vida

Mariela y su esposo adoptaron a dos hermanitos, Valeria y su marido a una niña con síndrome de Down. Antonella se sumó para aportar su experiencia desde la carrera que estudia. Ellas forman parte de Suyai, el grupo de contención que nació para hacer más llevadero el complejo proceso de adopción, el cual ahora esperan que mejore con las modificaciones que incorporó el nuevo Código Civil.

C

omodoro Rivadavia es la ciudad de Chubut con mayor cantidad de familias aspirantes a la adopción. Por esta razón, se decidió trasladar a esta la sede central la Dirección General de Adopciones de la provincia, con el objetivo de optimizar el funcionamiento de la dependencia, algo que todavía no se logró según las integrantes de Suyai, el grupo que nació en noviembre de 2012 con el objetivo de contener a las personas que esperan la posibilidad de agrandar la familia.

Según contó Mariela Martín, una de sus fundadoras junto a Valeria Jaramillo, el grupo nació hace dos años cuando se conocieron en una jornada que se realizó en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, y donde conocieron la experiencia que se desarrollaba en Puerto Madryn.

"La idea fue que la espera de los aspirantes a adoptar sea más activa, poder ayudarnos, contenernos. Hablar las diferentes situaciones que atravesábamos las familias. Nosotros ya habíamos tenido la posibilidad de adoptar y habíamos vivido un montón de situaciones que hicieron que queramos ayudar a muchas personas. Así comenzamos a generar encuentros porque queremos más caras felices como las de nuestros hijos, porque hay muchos que sufren y son abandonados", recordó en diálogo con El Patagónico.

A dos años de su creación, Suyai está consolidado y un sábado por mes sus integrantes se reúnen en el barrio San Cayetano, donde comparten experiencias y contención en este largo y difícil proceso, que muchas veces termina de la mejor manera, como ellas mismas lo pueden atestiguar.

UNA LARGA ESPERA QUE VALIO LA PENA

Mariela fue la primera del grupo que logró tener un hijo, hace ya cinco años, y por partida doble ya que adoptó a dos hermanitos, que en la actualidad tienen seis años, pero que en ese momento tenían solo cinco meses.

Según recordó el proceso no fue fácil. Sin embargo, valió la pena. "En ese momento no funcionaba la oficina de adopción, estábamos inscriptos pero por parte de Justicia, no era como ahora que tenés un registro de adopciones".

"Estuvimos cuatro años en lista de espera y cinco años en un proceso de judicialización porque tuvimos que hacer dos juicios y logramos la adopción después de cinco años. No fue algo inmediato, tuvimos todo el proceso de guarda, que a veces se puede prolongar, y después según lo que determinó el juez se pudo avanzar en el juicio de adopción", agregó.

"Las entrevistas fueron más echarnos miedos que darnos coraje. Sin embargo, jamás nos proyectamos a esa situación de miedo. Cuando vos te quedás embarazada en forma natural no sabés si tu hijo va a nacer con una 'capacidad diferente' y lo vas a aceptar igual y de alguna manera encontrás el valor y las herramientas para sacar la situación adelante", valoró esta mujer, que encabeza el grupo de Suyai y adoptó a los dos hermanitos, pese a saber que uno de ellos padecía una enfermedad.

UNA FORMA DIFERENTE DE TENER UNA FAMILIA

Para Valeria Jaramillo hasta hace unos meses el Día de la Madre, Navidad, y hasta salir al centro era difícil, ya que muchas veces veía a gente con sus hijos y se preguntaba ¿por qué yo no? Sin embargo, esto cambió en noviembre cuando viajó a Buenos Aires por unos estudios y junto a su marido, Juan, recibió un inesperado llamado. Los notificaba que habían sido aceptados para adoptar a una pequeña niña que aguardaba los brazos y caricias en un hogar de esa ciudad.

"Hoy esos días son distintos, pero cuando uno está en espera es fatal", contó a El Patagónico al recordar todo el proceso que tuvo que pasar.

En su caso, Valeria se anotó en el registro de adoptantes en marzo de 2010, luego de dieciséis años de pareja y con el objetivo de lograr su sueño: otra forma de ser familia.

El proceso fue largo, e incluso tuvo un primer intento, pero fracasó porque no se respetó el perfil que ellos habían elegido como adoptantes. Es que cuando uno quiere adoptar, según cuentan las madres, se puede elegir desde el color de pelo, hasta el parámetro de edad, sexo e incluso si se acepta un niño con discapacidades.

De esta forma, cuando tuvieron el primer intento no les cumplieron el perfil y el proceso quedó nulo. Así en agosto del año pasado recibieron una segunda convocatoria, esta vez para adoptar a una pequeña de un año y diez meses con síndrome Down.

Sin dudarlo se inscribieron y esperaron durante quince días la ansiada respuesta, pero nunca llegó.

Las lágrimas del dolor volvieron a aparecer, sin saber que unos meses después, mientras estaba en Buenos Aires iba a ser convocada luego de que una jueza autorizara la vinculación. Así en menos de ochos días viajaría con su hija y su marido a esta ciudad, en etapa de guarda.

"Mirando el tiempo atrás fue como tocar el cielo con las manos. En ese momento no, porque fue un caos, un cambio repentino, un día vimos a la jueza, al otro día la conocimos, y al otro la sacamos a pasear. Firmamos y nos volvimos a Comodoro y mi vida era ella", contó emocionada.

"Uno piensa voy me anoto y tengo que esperar. Esperaba que sea poco tiempo, que no iban a haber tantas trabas, tanta burocracia, y en verdad la gente que se tiene que ocupar no se ocupa, quienes tienen el poder no lo ejercen", agregó Valeria quien espera poder adoptar un segundo hijo, lo que recién podrá hacer un año después de que finalice el juicio de adopción que ya está viviendo.

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