Prioridades

Con los primeros días y acciones en el gobierno, Mauricio Macri dejó en claro que no le temblará el pulso para avanzar a fondo y de entrada -sin gradualismo alguno- detrás de los objetivos de su gestión; esos que, hay que reconocerlo, no ocultó pero sí maquilló bastante detrás del entusiasta discurso de "unión, tranquilidad y necesidad de cambio", con el que conquistó a la mayoría del electorado argentino.
Fue así que en los primeros días flexibilizó el régimen de retenciones, promovió la designación de jueces de la Corte Suprema de Justicia por decreto, que mereció la crítica hasta de algunos de sus aliados de Cambiemos, y finalizó la semana, tras el fallido intento de colocar a un personaje siniestro en Seguridad, con la eliminación del cepo cambiario y la consecuente devaluación que –en un día y hasta el momento- llegó al 40%.
Las eliminaciones de las retenciones y el cepo fueron banderas de su campaña, volvemos a remarcar y reconocer, con lo cual hay que decir que está en su derecho y no deberían sorprender, aunque sí lamentar que las mismas no fueron acompañadas por otras medidas económicas que protejan a los asalariados, esos que en un día y sin que todavía la mayoría se diera cuenta, perdieron el poder adquisitivo de sus ingresos, que ya venían en descenso con la remarcación de precios que se produjo entre la primera vuelta y el balotaje.
Tanto las retenciones, como el denominado cepo, eran medidas que podían considerarse antipáticas, sobre todo por la mala prensa que tuvieron, pero en principio tenían una razón de ser. Una buscaba que los que más ganaron en todos estos años siempre colaboren con el resto para que el país pueda desarrollarse y atender las demandas sociales, y la otra para evitar la pérdida del valor del peso y la fuga de capitales.
En el medio, y de ahí el hartazgo de un gran sector de la población, el gobierno que se fue también cometió errores, tanto de comunicación, como de ejecución y otros nacidos de la soberbia que determinaron que esas mismas herramientas y su continuidad terminasen siendo para la mayoría (influida por los medios hegemónicos), en lugar de un programa de distribución de la riqueza, una restricción absurda y caprichosa.
El manejo de la justicia y el manejo de los decretos del gobierno anterior, el de Cristina Fernández de Kirchner, también merecieron algunos lógicos reparos y reproches porque, se sabe, el poder muchas veces o casi siempre envilece, y este fue otro de los puntos fuertes de la campaña de Cambiemos pero, hete aquí, que de buenas a primeras el nuevo gobierno nacional designó, fuera de toda lógica de urgencia, nada más y nada menos que a jueces de la Corte Suprema por decreto, algo que está muy lejos de las palabras de campaña, donde se aseguraba un respeto total hacia la independencia de los poderes.
Esta medida, junto con la designación de Carlos Manfroni como secretario de Seguridad, entraron en fase de revisión, una finalmente desarticulada tras la carta pública de Charly García, y la otra en stand by hasta marzo, fecha que no se sabe si es que se fijó para dejar pasar el tiempo y esperar el regreso a sesiones del Congreso de la Nación, o porque por esos días vence el decreto del ex presidente Néstor Kirchner que establecía algunos parámetros y tiempos especiales para la designación de jueces.
Es cierto que a todo gobierno hay que darle tiempo. Siempre se habló de la necesidad de al menos darles el crédito o el "changüí" de los cien primeros días para que la nueva gestión se asiente, los funcionarios comiencen a manejar resortes y tomar decisiones y para que la administración electa por el pueblo revise, reordene o revierta las cosas que entiendan que el anterior gobierno hizo mal.
El problema es que, en este caso, Macri no perdió un solo día en comenzar a aplicar su programa y en demostrar que su decisión es ir a fondo de entrada, al menos en los temas que, quedó en evidencia, eran su prioridad y la de sus grupos de apoyo.
Para que quede claro y no haya malos entendidos, no estamos hablando de los votantes, a los que nadie (al menos quien escribe) les reprochará nada porque al fin y al cabo cada uno elige lo que cree mejor o lo que considera necesario, aunque esas razones puedan no ser lógicas para el resto, pero son las de cada uno, sino de los agroexportadores que, de un día para el otro, volvieron a gozar del sistema que les permite ser cada segundo más ricos.
Las prioridades quedaron tan en evidencia que el ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, habló de "algarabía" en la conferencia de prensa de la liberación del cepo y se esforzó en explicar que el límite de compra es de 2 millones de dólares por mes, una suma que claro está manejan muy pocos, y ni siquiera había pensado en los 500 que ahora podrán comprarse por ventanilla, que recién se anunciaron el día posterior cuando, parece, se dieron cuenta que el dólar también pueden comprarlo quienes ni siquiera tienen cuenta bancaria y entienden que es un buen sistema de ahorro.
En el medio de todo esto, y con la crisis internacional generada por la baja del precio del crudo golpeando de cerca a Comodoro y a la provincia, se siguen esperando aquí, tanto en la ciudad como en Chubut, algunas propuestas y soluciones para evitar pérdidas de ingresos y de puestos de trabajo porque nadie quiere que en Comodoro se vuelva a vivir lo que sucedió en 1998, cuando la Capital Nacional del Petróleo se convirtió casi en un desierto, del que a diario y a montones salían camiones de mudanza, llevándose muebles y sueños en su interior.

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