Un surcoreano y un húngaro colmaron Cannes de fantasía

A la hora de programar la Competencia Oficial, los responsables tuvieron la afortunada idea de ubicar en una misma fecha a obras que, cada una en su estilo, observan el mundo abordando la ficción fantástica, pero sin eludir los grandes temas sociales.
Los filmes "Okja", del coreano Bong Joon Ho, y "Jupiter s Moon", del húngaro Kornél Mundruczó, dominaron hoy la tercera jornada del Festival de Cannes, donde se incrementa el arribo de público, periodistas y gente de la industria del cine, entusiasmadas con la llegada del fin de semana y un sinfín de figuras internacionales que desfilan por la alfombra roja, enfrentan a la prensa y pasean por la Croisette.
A la hora de programar la Competencia Oficial, los responsables tuvieron la afortunada idea de ubicar en una misma fecha a obras que, cada una en su estilo, observan el mundo abordando la ficción fantástica, pero sin eludir los grandes temas sociales, como las migraciones y el capitalismo salvaje.
Mucho se habló de Bong Joon Ho cuando en 2006 sacudió al mundo con "The Host", en la que una especie de monstruo de la Laguna Negra, pero en el río Han de Seúl y creado por el efecto del derrame de desechos químicos, se escondía de todos refugiado en el misterio, hasta que llegaba a la costa y desataba la ira de un mutante.
Desde tiempos de "King Kong", el hombre viene desafiando a las reglas de la naturaleza, imponiendo sus ambiciones comerciales para luego generar reacciones que suelen no tener vuelta atrás, desastres de todo tipo que forman parte de lo que puede ser considerado como la búsqueda de un negocio que en algún momento se convierte en un suicidio colectivo.
Ahora, el cineasta incursiona por segunda vez en una producción hablada en ingles, con "Okja", financiada por Netflix (cosa que generó polémica en Cannes al saberse que se estrenará el próximo 28 de junio solo en plataformas digitales sin pasar por salas), y con un elenco múltiple que incluye a la adolescente An Seo Hiun, a la inglesa Tilda Swinton como la dueña de la la empresa Mirando, y a los estadounidenses Paul Dano, Jake Gyllenhaal y Lily Collins.
La trama es simple: una compañía procesadora de alimentos descubre la existencia de Okja, un desconocido, curioso y simpático animal con el cuerpo de un cerdo gigante y movedizas orejas de perro, que es la mascota de una granjera adolescente surcoreana, y que puede procesarse como un nutritivo alimento transgénico.
Lo que parece una simple aventura acerca de un animal legendario paradójicamente pasa a ser de inmediato una parábola acerca del capitalismo pero en tono satírico, registrada con mano maestra por Joon Ho, que contrapone la naturaleza con Wall Street, ambiciones sin límite con ternura y emoción.

LUNA DE JUPITER
La otra propuesta fantástica de ayer fue "Jupiter's Moon" ("Luna de Jupiter"), del húngaro Kornél Mundruczó, que supo triunfar en Cannes hace tres años en la sección Una cierta mirada con su anterior "Perro blanco", una rebelión de perros que se convierten en seres miserables cuando el Estado impone un alto impuesto a sus dueños para conservarlos.
Esta vez propone un futuro distópico, en el que las migraciones son reprimidas violentamente, un tema que cobra una dimensión fantástica enriquecida por una mística casi religiosa.
Un joven inmigrante clandestino sirio es baleado mientras atraviesa ilegalmente la frontera de Hungría, junto a su padre carpintero, quienes planearon una acción que, desde su primera escena, se sabe que terminará mal.
Aterrorizado por el impresionante e impiadoso operativo fronterizo y en estado de shock, este joven que parece malherido puede ahora misteriosamente levitar a voluntad, motivo por el cual es sacado ilegalmente del campo de refugiados donde se encuentra por un médico que tiene la intención de explotar comercialmente ese extraordinario secreto que no parece tener una lógica física sino ser un don que le ha sido otorgado.
Acaso el único problema del filme sea que el director exacerba demasiado las escenas de persecuciones y tiroteos, que parecen sacadas de algún viejo filme de Sam Peckimpah pero ambientado en una Budapest decadente y humeante, que se convierte en una ciudad a punto de estallar, lo que asfixia al espectador, incluso al preparado.

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