Una zambullida por el Beagle: viaje al fondo marino subantártico

Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, con sus paisajes silenciosos y coloridos ofrece actividades durante todo el año. El buceo es una alternativa más dentro de este paraíso y un desafío para todos los que lo practican de forma regular.
Situada sobre las orillas del extenso canal Beagle, Ushuaia ofrece paisajes únicos, entre los que predominan los bosques, las montañas, el mar, los glaciares y el viento. Se trata de la ciudad más austral del planeta y por esta singularidad cualquier actividad de aventura o deporte que se realice adquiere una particular relevancia. Una de las más atractivas y desafiantes es la práctica del buceo, no sólo por las condiciones naturales que caracterizan esas latitudes, sino también por los fascinantes lugares que pueden descubrirse.
En principio, es imprescindible contactarse con los instructores locales que, además de brindar toda la técnica necesaria, conocen los lugares habilitados para este tipo de inmersión.
Si bien se puede realizar todo el año, la mejor época para bucear es de marzo a diciembre, cuando la actividad solar aún no es tan grande y permite una visibilidad que supera los 15 metros, la temperatura del agua es de 0 ° a 4 ° e impone el uso del traje seco que requiere de una breve instrucción previa a la inmersión.

PARA PRINCIPIANTES
Según se navegue hacia el Este o hacia el Oeste de la península se encontrarán los lugares de buceo más importantes. Hacia el Oeste se pueden realizar buceos de costa. El paisaje submarino en esta zona es lo más parecido a un bosque sumergido de algas de gran tamaño, este se torna deslumbrante cuando los rayos del sol juegan entre los espacios de las inmensas plantas.
Para tener una primera experiencia en estas aguas, lo más recomendable es realizar salidas cerca de la costa. Como punto de partida se puede tomar bahía Ensenada. Se sale por tierra y se ingresa al parque nacional Tierra del Fuego hasta llegar a esta costa justo frente a la isla Redonda. Las aguas calmas y la fácil accesibilidad permiten probar el traje y ejercitar la flotabilidad. Cuando ya se domina el equipo, desde este punto se puede cruzar en lancha a la isla, que ofrece hondos paredones de 27 metros rodeados de un tupido bosque de algas y que a menudo es frecuentado por lobos marinos. De la misma bahía se llega a la isla Estorbo, que ofrece fondos de descenso progresivo con poca pendiente, frondosas algas y pequeños peces.
Otra bahía cercana al área protegida es Puerto Cucharita, a la que se accede por Ensenada después de navegar 20 minutos. En este paisaje submarino con mesetas cubiertas de algas se bucea como en túneles. Se pueden alcanzar los 35 metros de profundidad.
Por su parte, hacia el Este se llega sólo embarcado y en general las inmersiones se realizan alrededor de las islas cercanas al puerto que ofrecen excelentes condiciones. Las salidas a estancia Túnel, isla de los Lobos, las Bridges y la Iturrieta o isla Hache, son ideales para el buceo nocturno, también son interesantes opciones para explorar el interior del Beagle.

DESCUBRIR LOS SECRETOS DE LOS NAUFRAGIOS
Pero más allá del fascinante paisaje natural que ofrece el mar austral, lo que atrae a los buceadores son los numerosos naufragios, una opción sólo para los más avanzados porque hay que estar preparados para enfrentar condiciones adversas. No obstante, aunque la mayoría son imposibles, algunos resultan más accesibles para bucear y, si el clima es favorable, la experiencia es inigualable.
Para buzos de poca experiencia el sitio ideal Paso Chico en la isla Dos Lomos. Allí se ven restos de "El Mañana", velero de madera dedicado a la pesca, que naufragó durante un temporal. Sus restos yacen a 8 metros de profundidad entre paredes tapizadas por esponjas de color blanco y anaranjado.
A 14 millas hacia el este del puerto, a la altura de la Estancia Remolino yace sobre su popa el buque Sarmiento a 9 metros de profundidad. El buceo en esta zona requiere 8 horas de navegación de ida y vuelta.
Pero la joyita es sin dudas el Monte Cervantes. Si la corriente está calma y limpia, se puede recorrer la superestructura de este impresionante crucero de 160 metros de eslora que naufragó en 1930 cerca del faro Les Eclaireurs. En el año 1953 se intentó liberarlo y remolcarlo hasta la costa de Ushuaia, para ello se lo dividió en dos partes pero las maniobras no fueron exitosas y terminó por perderse definitivamente. Los buzos locales lograron hallar la cubierta, cabinas, mástiles y parte de la obra muerta que quedó varada entre los 35 y 45 metros. En la actualidad el sector es visitado por expertos, ya que las corrientes y los vientos son fuertes y variables, sin reparos cercanos para protegerse de los cambios. El casco duerme a los 110 metros, fuera del alcance del buceo deportivo. Su penetración exige mucho cuidado porque la estructura no es muy fuerte, por ello sólo es posible ingresar por una parte de las viejas chimeneas con salida al exterior. En su interior es posible ver restos de tubos de ventilación, escaleras y en el fondo vajillas y botellas aún cerradas.

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