Adiós al aterrizaje más temible del mundo

Cuando el Boeing 747aterrizaba rozando la playa de Maho, en el aeropuerto Princesa Juliana de la caribeña isla de San Martín era un espectáculo que congregaba a varios turistas. Esta peligrosa maniobra no se podrá apreciar más para desgracia de algunos y por seguridad de muchos.
El despegue y el aterrizaje de un avión de grandes dimensiones es sin duda un gran espectáculo, pero había uno que era realmente impactante: el que realizaba el Boeing 747 en el Aeropuerto Internacional Princesa Juliana de la isla de San Martín en el mar Caribe.
El Aeropuerto Internacional Princesa Juliana se encuentra en la parte holandesa de la isla de San Martín y es el tercero con mayor carga del Caribe. Su atractivo se debe en parte a que los aviones vuelan a escasos 25 metros sobre una de las playas más populares de la isla caribeña. Quizá en ningún otro lugar del mundo aterricen tan cerca. Tanto, que en algún momento, parece que los bañistas pudieran acariciar las ruedas. La pista de aterrizaje solo tiene 2.300 metros, por lo que los pilotos se ven obligados a posar el avión muy cerca del comienzo del asfalto, lo que a su vez les obliga a "rozar" esta playa turística.
Hasta el pasado mes de octubre decenas de turistas se congregaban en la playa de Maho para sentir cómo subía su adrenalina al ser sobrepasados muy de cerca por un avión de cuatro motores y con capacidad para 500 pasajeros.
Ahora, para desgracia de muchos, el KLM Boeing 747-400 aterrizó en el Princesa Juliana por última vez el viernes 28 de octubre a las 11:03 de la mañana, poniendo fin a una era de lo que se ha denominado como uno de los aterrizajes más temibles y emocionantes del mundo.
La aventura de aterrizar a escasos metros del arenal de Maho, casi siempre repleta de turistas, comenzó para la compañía KLM en 1990 y desde entonces este lugar de la playa, situado junto al aeropuerto, se convirtió en uno de los principales lugares de interés turístico.
Según anunció la compañía, la ruta Ámsterdam-San Martín será operado por un Airbus A330-200, con capacidad para la mitad de pasajeros que su antecesor. La recompensa para los pasajeros que viajan desde San Martín hasta Amsterdam serán la ausencias de escalas y por la tanto la reducción del tiempo de vuelo.
Uno de los pilotos que habitualmente realizaba el aterrizaje con un Boeing 747 confesó: "la visión para los pilotos era especial, ya que el aterrizaje se tenía que hacer en gran parte de forma manual. La altura de la aeronave era muy importante porque la pista es corta" y añadió que "estábamos tan concentrados en tocar tierra que no nos dábamos cuenta de la gran cantidad de gente que llenaba la playa".

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