El volcán Lanín (3.776 msnm) y el Domuyo (que nace la cordillera del viento neuquina con 4707 msnm) ya habían quedado atrás, y Ana Rubiera -30 años y profesora de educación física- se planteó ir por más: el desafío para el cierre del 2013 era el “techo de América”, el cerro Aconcagua con su cumbre de 6.962 m. que año tras año es visitado por miles de montañistas de distintos puntos del mundo.
“El objetivo era hacer cumbre, la decisión la tomé a inicios de este año, para en abril arrancar con un entrenamiento intensivo –condicionado por mi trabajo en la docencia– que incluyó una dieta fuerte en glóbulos rojos –esencial para contrarrestar la altura– de la nutricionista Florencia Cerdá de Rada Tilly y sacar un préstamo. Luego en altura uno mismo es consciente hasta donde puede dar de sí mismo”, apunta.
Así, con meses intensivos de natación, spinning y aparatos, Ana reacondicionó su cuerpo en la parte aeróbica, con la convicción de que la oportunidad de hacer cumbre era una sola, y la misma estaba condicionado por el clima que se presentará el día de ir por el último tramo, partiendo de campamento cólera a 5.870 msnm.
“La expedición empezó el 11 de diciembre, en costos a mí me llevó 5 mil pesos el acceso al parque y otros 14 mil la contratación de un guía. Para los extranjeros se habla de 3.500 dólares y 15 mil en guía, pero te encontrás con estadounidenses que suben solos, con el mejor equipamiento y GPS que te puedas imaginar, luego los tienen que ir a buscar la patrulla de rescate. En este sentido no está regulado el hecho de que sí o sí subas con guías, y los foráneos la mayoría de las veces se manejan por su cuenta. Los argentinos sabemos el esfuerzo que implica, si uno ve las estadísticas son extranjeros los que no miden riesgos a la hora de subir, y ahí tenés las consecuencias posteriores”, recalcó.
EL CLIMA
Con la mochila al hombro, Ana inició la travesía junto a un estadounidense y una mujer de Singapur, que llegó hasta plaza de mulas, desde donde fue evacuada en helicóptero.
“Ese día –el 23 de diciembre a las 5 am cuando emprendió la última escalada– fue espectacular en cuanto al clima. Es más, estuvimos cerca de 30’ en la cumbre, algo inédito porque a veces te alcanza para sacarte una foto y bajar. Del total que emprendimos el último tramo -18 escaladores- sólo llegamos cinco y yo fui la única mujer. Por eso creo que el esfuerzo valió la pena, valió endeudarme, trazar lazos con personas para ir comprando el equipo fuera del país. Aunque siempre tuve en claro que estaba condicionada por factores que externos a mí, como el mal de altura, o que la jornada no acompañe. Ahí, en campamento Cólera, a 5870 msnm la chance es una sola, y no hay vuelta atrás, porque más de dos días no podés permanecer en ese lugar, porque las condiciones le restan al cuerpo, y llegás a perder entre 3 a 8 kilos de peso. Pero yo estaba decidida y sabía a qué iba, gracias a Dios todo salió como estaba planeado –hizo cumbre a las 13 hs– y ahora busco nuevos horizontes”, sentenció.
- 31 diciembre 2013