Argentina en la Copa Davis pasó del cielo al infierno en menos de un año

En un camino insospechado, descendió a la Zona Americana apenas diez meses después de haber sido campeón en el Grupo Mundial, tras perder el Repechaje ante un rival sin tradición tenística como Kazajistán que le asestó un golpe durísimo y obligó a un replanteo profundo.

Argentina transitó un camino insospechado en la Copa Davis durante 2017, puesto que descendió a la Zona Americana apenas diez meses después de haber sido campeón en el Grupo Mundial, tras perder el Repechaje ante un rival sin tradición tenística como Kazajistán que le asestó un golpe durísimo y obligó a un replanteo profundo, al punto de que el capitán Daniel Orsanic no confirmó aún su continuidad.

El equipo argentino había alcanzado la gloria el 27 de noviembre de 2016, cuando dio la vuelta olímpica en Zagreb tras vencer en la final a Croacia (3-2), pero el 17 de septiembre escribió un capítulo triste en Astana cuando perdió con Kazajistán (3-2) y recibió un mazazo durísimo que la devolvió a la Zona Americana luego de 16 años en el Grupo Mundial, lapso en el que jugó otras tres finales (2006, 2008 y 2011).

El descenso de Argentina se concretó con la derrota de Diego Schwartzman ante Mikhail Kukushkin por 6-4, 6-4 y 7-6 (7-2) luego de dos horas y 44 minutos de juego, ante unas 2.000 personas que se acercaron al estadio National Tennis Centre, entre ellos un puñado de argentinos que se fueron abatidos por la frustración deportiva que había comenzado a gestarse bastante antes, cuando se cayó ante Italia en febrero por la ronda inicial.

En ese contexto, lo más doloroso fue no haber aprovechado el impulso que otorgó el título para seguir creciendo y también que se hizo poco para revertir un desenlace que se intuía cuando se viajó a Astana con un equipo débil, debido a que sus principales tenistas le dieron la espalda a la Davis durante todo el año.

Orsanic tuvo que asumir la parada ante los kazajos con Schwartzman en el mejor momento de su carrera pero sin haber vivido la experiencia de absorber toda a presión, de ser el líder de la formación en un torneo como la Davis en el que suelen influir otro tipo de situaciones totalmente ajenas a las que se dan en el circuito, y eso se notó ante los kazajos, ya que rindió muy por debajo de su nivel.

El resto del equipo tuvo al bahiense Guido Pella, campeón el año anterior, sin confianza y en una temporada baja en cuanto a resultados, y se sumaron dos doblistas como Máximo González y Andrés Molteni que no estuvieron a la altura de lo que pedía la serie. Todo eso desencadenó en un cóctel que condujo en forma inexorable a la derrota.

En cuanto a las bajas, si bien la del tandilense Juan Martín Del Potro, el artífice del título ganado el año anterior, fue la más fuerte, no fue la única.

Es que Orsanic tampoco pudo convencer a Leonardo Mayer, saturado después de mil batallas en la Davis, mientras que Federico Delbonis, el héroe de Zagreb con su victoria inolvidable en el quinto punto ante el croata Ivo Karlovic, padeció durante todo el año una lesión en la cadera, y la segunda línea se bajó del “proyecto”, tales los casos de Carlos Berlocq y el marplatense Horacio Zeballos.

En la conformación del plantel “copero” no fue el capitán el único que fracasó en cuanto a su escaso poder de convencimiento, tampoco la dirigencia de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) persuadió a los mejores tenistas de la importancia de lo que estaba en juego.

Lo cierto es que Argentina pagó un costo altísimo a la decisión de sus principales tenistas de no jugar ni la ronda inicial ni el Repechaje, viajó a Astana sin siete de los 10 jugadores ubicados en el “top 100” del ranking mundial en ese momento, y así quedó condenado a jugar en la zona continental, una experiencia que no vivía desde que logró el ascenso con su victoria sobre Belarús, en Córdoba, el 23 de septiembre de 2001.

Así como hubo grandísimos aciertos que derivaron en la obtención del título, también se acumularon errores y Argentina deberá empezar de cero, con un grupo de tenistas nuevos, encabezados por el “Peque” Schwartzman, y será complicado porque ninguno tiene la investidura de crack del tandilense Del Potro, el único distinto.

Orsanic, el conductor del barco, hizo un profundo análisis de sus aciertos y errores, y por estos días anunciará su continuidad, supeditada a que los principales tenistas no vuelvan a darle la espalda al equipo, pero asumir en abril la serie ante Chile o Ecuador, en una eliminatoria que debe ganarse para tener derecho después a jugar un Repechaje y volver a estar entre los países de elite de la Davis.

“Regresar al Grupo Mundial es una sensación que aún no viví. Tengo ganas de continuar y también la necesidad de dialogar con los tenistas para ver qué opinan. Fuerza y entusiasmo me sobran”, comentó en una entrevista que concedió a Télam el capitán Orsanic, de 49 años, quizá en un adelanto de la decisión que tomará en breve.

Fuente:

Notas Relacionadas

Dejá tu comentario

Las Más Leídas del Patagónico