Al equipo de Pep le costó más de lo esperado en el primer tiempo, pero cuando Franck Ribery marcó el primer tanto se le abrió el cerrojo chino. Enseguida llegó el gol de Mandzukic y luego el de Götze. Si no fuera por unos seis tiros en los palos, el match hubiera terminado en una goleada mucho mayor.
Para Ribery ese zurdazo de los 39 minutos vale mucho. Es que aspira a ganar el Balón de Oro. Es más, ya dijo que se lo merecía. Difícil que lo gane. Pero no será tan difícil que se quede con el título en este Mundial de Clubes.
Marcelo Lippi, el DT del Guangzhou, sabía que era casi un milagro bajar al campeón de Europa. "Vamos a jugar contra uno de los mejores equipos del mundo. Cuando juegas un partido con un equipo así, de 100 pierdes 99 y puedes ganar uno", dijo. No se le dio: ese 1% de posibilidad apenas fue una ilusión.
Pero los chinos, con sus limitaciones, plantearon el catenaccio de Lippi durante buena parte del primer tiempo. El Bayern no encontraba los caminos. Y de a poco, con alguna contra comandada por Darío Conca, el Guangzhou comenzó a preocupar a Guardiola.
Dos pelotazos en el palo de Thiago Alcántara y Toni Kroos le movieron la mandíbula a los chinos. El Bayern comenzó a hacer circular la bola y encontró pasillos interiores. En una jugada media sucia, Ribery sacó el zurdazo del 1-0. A partir de ahí se amplificaron las diferencias entre un equipo y otro. Llegó el segundo, el tercero y el cuarto, el quinto y el sexto quedaron en los palos. Guardiola festejó con el puño apretado este triunfo. Lo espera su tercera final de Clubes.