Blaquier figura como cliente vip en la secta de la Escuela de Yoga

Fichas, cuadros de acciones, la declaración de una testigo y donaciones localizadas en una escribanía: las pruebas con las que la justicia vincula al empresario del Ingenio Ledesma con la organización de Villa Crespo que reducía a mujeres a una situación de servidumbre o "geishado".

Testimonios, documentos y hasta escrituras acreditan que Carlos Pedro Blaquier —el dueño de la agroindustrial Ledesma— fue uno de los clientes de la secta conocida como Escuela Yoga Buenos Aires (EYBA), que tenía a mujeres jóvenes en situación de servidumbre y explotación sexual. Blaquier, de 95 años, ha logrado durante años esquivar a la justicia en lo que hace a su responsabilidad por los secuestros y desapariciones ocurridos en 1976 en la zona de influencia del ingenio Ledesma que él mismo dirigía, pero su nombre sigue apareciendo en distintos expedientes judiciales.

Desde los años 80 funcionó en Buenos Aires una secta que se dedicaba a captar a personas en situación de vulnerabilidad. Les ofrecían, por ejemplo, tratamientos médicos o mejores condiciones de vida. En algunos casos, las endeudaban para que no tuvieran otra escapatoria más que aceptar la situación de servidumbre y explotación. En el entramado también participaban médicos y abogados.

La organización reclutaba a distintos grupos de mujeres que eran obligadas a mantener encuentros sexuales a cambio de dinero. Dentro de la EYBA, eso se conocía como “geishado VIP”. En general, esos encuentros tenían lugar en distintos departamentos de la Ciudad de Buenos Aires.

EL TESTIGO

Un testigo de cómo funcionó esa organización criminal se refirió a los encuentros entre el empresario azucarero y una de las chicas que eran sometidas por la secta, tal como lo recogen en un extenso dictamen el fiscal Carlos Stornelli y la fiscal Alejandra Mangano, titular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex). “Entre las ‘personas de poder’ tuvo la oportunidad de conocer al director o presidente de la compañía ‘Azúcar Ledesma’, un hombre mayor que concurría asiduamente, a quien luego conoció como Carlos Pedro Blaquier”, dice el testimonio extractado.

“La escuchaba llorar previo a los encuentros con Blaquier por no querer estar con él, situación en la que siempre mediaba ‘Mendy’”, agrega la persona que brindó su testimonio. “Mendy”, en realidad, era Susana Mendelievich, la encargada del “Geishado VIP”. Como tal era quien se encargaba de la selección de las “alumnas” de la secta para los encuentros sexuales con personas de alto poder adquisitivo.

Frente al llanto de la muchacha, Mendelievich solía decirle que “si a ella le gustaba el lujo y la comodidad, la orden era ésta (mantener relaciones con Blaquier), no había tiempo de elegir con quién querer estar”. Todo surge de la misma declaración que la fiscalía logró comprobar con documentación secuestrada en distintos lugares. En el edificio de la calle Estado de Israel al 4400 —donde vivían las víctimas y los imputados—, por ejemplo, encontraron un cuadro con acciones de la empresa Ledesma.

A Blaquier lo llamaban “Azúcar”. Su nombre apareció en un documento que la policía secuestró en la casa de Percowicz que llevaba por título “Departamento Novios”. ¿En qué consistía ese documento? Era una carpeta con distintas fichas de hombres a quienes la secta tenía como “objetivos” del plan de “geishado”. En esa carpeta figuraban nombre, sobrenombre, apodo, edad, fecha de cumpleaños, signo astrológico, religión, lugar de residencia, estado civil, si tenía hijos o hijas, a qué actividad se dedicaban, qué gustos personales tenían, cuál era su patrimonio estimado, quiénes eran sus amigos dentro de EYBA y cómo habían tomado contacto con el “Departamento Novios”.

LAS DONACIONES Y LOS ASCENSOS

Los investigadores también encontraron una serie de escrituras firmadas por Blaquier a través de las que él hacía distintas donaciones a la mujer víctima de explotación sexual por más de un millón de dólares. La hipótesis es que no eran donaciones sino pagos. “Así funcionaba”, dice uno de los investigadores judiciales que sigue el caso.

“Con esas donaciones la chica ‘ascendía’ y le sacaban todo”, completa en diálogo con este diario. Las escrituras se encontraron en el estudio jurídico de Susana Barneix, que para Mángano y Stornelli es el que asesoraba legal e impositivamente a la secta para que las operaciones millonarias que hacían Percowicz y compañía no fueran detectadas por los organismos estatales de control.

Página/12 se comunicó con el departamento de Prensa de Ledesma —la empresa cuyo directorio está conformado por los hijos de Carlos Pedro Blaquier— para pedir un comentario ante la información que surgió del dictamen de Mángano y Stornelli, pero no obtuvo respuesta.

Fuente: Página 12

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