Claudia Altamirano, la que todo lo archiva

Hace 25 años que Claudia Altamirano trabaja en la Unidad Regional de Policía. Fue la segunda oficina que ocupó y cree que se quedará ahí hasta que se jubile. Claro que para ello aún le faltan más de dos años. Es que ya tiene 28 de servicio. Ella es la encargada de archivar todos los informes con antecedentes y causas judiciales.
Su función es tan importante dentro de la institución, como la de quien patrulla las calles, se infiltra entre delincuentes o vigila a los presos. No va tras los Tascón, los Lara o los Monaldi, pero los conoce porque muchas de las causas y preventivos que se acumulan en su escritorio hablan de ellos.
En el reparto de responsabilidades policiales, a Claudia le tocó ser nexo con la Justicia. Una parte importante dentro de la investigación. Si en el fichero ya no hay lugar, el dato queda en su cabeza. Archiva identificaciones, trámites de antecedentes y clasifica las causas en robos, hurtos, estafas, lesiones y homicidios. También da cuenta de las capturas en un radio a las comisarías.
Nació en Esquel y estudió en Rawson para ser suboficial. Su papá, Eleudonio Altamirano, también fue policía. Ella tiene tres hijos que estudian. Y está a punto de ser abuela.
Aunque cada 10 años debería haber una depuración de prontuarios, hoy es imposible hacerlo por falta de personal. En el archivo de la Unidad Regional, por ejemplo, hay causas de las primeras décadas del siglo pasado.
A Claudia le piden un nombre y va a los archivos. Busca entre los apellidos y encuentra. Trabaja directamente con los juzgados y transmite por fax lo que requiere cada comisaría. “La tecnología adelantó todo; los tiempos son otros”, aclara.
Se nota que le gusta su trabajo a esta mujer que ha pasado la mitad de su vida entre los archivos. El abecedario corre por sus dedos. Busca y encuentra. Eso se debe al orden que es como su motor. “Soy muy meticulosa con los archivos”, dice. Si no da con algún nombre, busca por el apellido materno.
Mientras evoca a su compañera ya retirada, Margarita Reyes, quien le enseñó a sistematizar el trabajo con los archivos, afirma que “esta es una oficina muy importante, muy reservada; no tiene que haber gente que ande comentando las cosas que pasan por acá”. Junto a ella trabaja personal universitario, por lo que celebra que la Policía se pueda nutrir de jóvenes profesionales.
Claudia es una preocupada por mantener el orden en los papeles. Hojas cosidas a mano y prontuarios amarillos deben ser tratados con extrema precaución. En el Archivo está prohibido fumar. La oficina está frente a la sala del jefe de la Unidad Regional y la cantidad de causas que contiene es indescifrable. El archivero debe ser desinfectado cada tanto con químicos adecuados; el objetivo no es combatir las ratas sino los ácaros.
Se siente satisfecha cuando contribuye a encontrar a ese alguien que andan buscando. Una vez una persona le escribió una carta al jefe de Unidad Regional para encontrar a sus antepasados. Y el apellido estaba mal escrito. Ella cruzó información como aprendió en estos años y encontró a quien buscaban. Esa persona se acuerda de ella en fechas importantes. “Me encanta ayudar a la gente mayor”, concluye Claudia.

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