Di Meglio: "el 9 de Julio fue un paso más en el derrumbe de viejos imperios"

Con su último libro editado por Planeta, el director del Museo Histórico del Cabildo ilumina una época que el imaginario recuerda celebratoria pero en la que no faltaron conflictos ni disputas.
En "1816. La trama de la Independencia", el investigador Gabriel Di Meglio reconstruye, como un mosaico de voces y actores, ese año emancipatorio y crucial de la historia argentina, una fecha sobre la que se construyó el ideario de una nación que hoy ya no existe, y que a 200 años de su gesta debe ser entendida como una etapa más del proceso revolucionario iniciado en 1810.
Con su último libro (Planeta), el historiador y director del Museo Histórico del Cabildo ilumina una época que el imaginario recuerda celebratoria pero en la que no faltaron conflictos ni disputas. "Quise hacer una crónica coral, tomando distintos lugares de lo que era el Virreinato del Río de la Plata y a la vez poniendo personajes distintos, para devolverle la complejidad", dice a Télam.
Y así se cruzan el irlandés Guillermo Brown, Manuel Belgrano, el soldado puntano Juan Bautista Quevedo, el diputado riojano Pedro Ignacio de Castro Barros, Andresito Guacurarí de la Liga de los Pueblos Libres o la esclava María de la Peña, entre tantos otros protagonistas de la gesta, que le permiten a Di Meglio ilustrar una época en la que no todo sucede puertas adentro del Congreso. "Me interesaba agregar el contexto del 9 de Julio", explica.
Télam: A lo largo del libro insiste con que 1816 fue un año conflictivo, para nada tranquilo...
Di Meglio: Hay cierta tradición escolar en fechas como la Revolución de Mayo o el 9 de Julio que realza lo celebratorio, lo cual está bien, pero eso puede dar la imagen, para quienes no están familiarizados con el tema, de momentos de acuerdo y de un gran consenso cuando en realidad no es así, hubo enormes disputas que definen esa época.
T: Esa complejidad incluso se ve en el elenco humano, ya no son célebres personajes sino actores de distintas procedencias. Dice, por ejemplo, que "para 1816 había un gran cansancio con la guerra en el mundo popular". ¿Qué significa eso?
DM: Como investigador me dedico a incorporar al relato de las figuras famosas aquellos que son más difíciles de recuperar, como soldados, desertores, esclavas, que también fueron importantes para entender el período. Después de seis años de guerra, la experiencia popular, con maltratos o reclutamientos a la fuerza, generó un gran rechazo, por más de que estuviesen o no a favor de la causa.
-T: ¿Estos sectores encontraron rápidamente una victoria con la Declaración de la Independencia?
DM: No, en ese sentido no. Pero tampoco eran solo víctimas. En la movilización política en Buenos Aires, Entre Ríos, la Banda Oriental, Misiones, Salta y Jujuy, ahí, la organización popular implicó reclamos políticos muy fuertes, como una justicia distributiva o rechazo a las jerarquías tradicionales. Son ellos los que le dan un contenido social a la revolución.
-T: En otro escalafón están los representantes del Congreso y los dirigentes que llevan adelante las campañas: la consolidación de una clase política, como señala en el libro...
-DM: En ese caso sigo las ideas del clásico "Revolución y guerra" de Tulio Halperin Donghi, que dice que el gran cambio de 1810 es el surgimiento de una clase política, de gente que se dedica a eso. Son una clase que construye un saber nuevo, no solo administrativo sino que sabe negociar, movilizar gente, cómo conducir un Estado y eso le da una especificidad respecto a los de su mismo origen social.

UN CONGRESO HARTO DE BUENOS AIRES
-T: El sentido común asocia esa fecha como la más federal, acaso porque el Congreso ocurre en Tucumán y no en Buenos Aires. ¿Cuál es su lectura?
DM: Estrictamente no es federal porque los federales son los de Artigas, la Liga de los Pueblos Libres que no participan. Se hace en Tucumán por el hartazgo que había con Buenos Aires. En 1815 Buenos Aires, en algún punto, reemplaza a España como metrópoli: designa gobernadores, maneja la economía y eso genera mucha oposición. En ese año, muchas provincias, como Santa Fe o Córdoba, se declaran independientes. Independientes de Buenos Aires. Es tal la oposición que se elige esa provincia porque había sido muy importante su participación en la Batalla de Tucumán en 1812 y eso permitía un punto de unión. Y además porque estaba lejos de los centros de combate.
-T: ¿Qué características tiene ese Congreso? A diferencia de la Junta de la Revolución de Mayo no está dominado por personajes célebres...
-DM: En 1816 tenés muchas figuras importantes de la historia pero no en el Congreso, como San Martín o Mariquita Sánchez de Thompson. Allí estuvieron el porteño Sáenz y el riojano Castro Barros, que fueron muy importantes en el armado político pero hoy suenan a nombres de calles.
T: Cada 9 de julio resignifica el contenido que se le da a la idea de independencia, ¿qué suponía en esa época?
DM: Eran parte del armado político de una monarquía y la idea era construir un Estado nuevo y soberano, donde todas las decisiones se tomaran localmente sin ninguna intervención extranjera. Y también implicó romper vínculos económicos, aunque rápidamente se armaron otros desventajosos con Gran Bretaña, que era dueña del comercio internacional. Si lo ves a escala general esto forma parte de algo mucho más grande que comienza en 1770, con revoluciones como la norteamericana, la francesa o la de Tupac Amaru, es decir, con la formación de un mundo moderno que se piensa de manera distinta a la de antes. El 9 de julio es un paso más en el derrumbe de viejos imperios.

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