Edgardo Herrera nació el 6 de febrero de 1929 en Dolavon y llegó junto con sus padres y hermanos en 1942 a una ciudad que, de inmediato, lo recibió con los brazos abiertos y en la que se instaló en uno de los pocos lugares de prestigio que tenía la vieja Capital Nacional del petróleo, como era la casa del director de la Escuela 24, hoy 83.
“Mi padre llegó como director de la escuela y desde ahí nosotros hicimos nuestra vida en la ciudad que, obviamente, era muy distinta a la que hoy vivimos. Todo era más chico, cercano y en el mismo centro, que es donde yo vivía, las calles eran de ripio. Cada vez que llovía nos embarrábamos hasta las rodillas”, recuerda entre sonrisas y tocándose el lugar de los pantalones donde, años atrás y en cada lluvia, había barro.
Edgardo se recibió como docente a los 17 años, en Viedma, donde arribó tras ganar una beca provincial. Luego de pasar unos años por Jaramillo, donde ejerció su primer cargo como maestro, regresó a Comodoro para dictar clase en la escuela 2 de Mosconi, donde se jubiló como educador de adultos.
“Yo era docente pero como la escuela era como de YPF nos daban la posibilidad de comprar en La Proveeduría, viajar en colectivo gratis y otras ventajas con las que redondeábamos un sueldo. Igual no me alcanzaba y cuando me casé a la par de la docencia trabajaba en un comercio”.
Herrera se casó en 1955 con Norma Alicia Fernández, también docente, a quien conoció en el barrio y de quien se enamoró de inmediato. “Nos casamos el 23 de enero de 1960 y tuvimos tres hijos (Claudio Rubén de 52 años, María Alicia de 50 y Jorge Alberto de 49), que nos dieron 7 nietos, y una vida realmente maravillosa”, señala orgulloso don Edgardo, mientras Norma asiente y acota datos, sobre todo de fechas puntuales porque “Herrera” como ella lo llama, y como a todo hombre, se le escapan algunas puntuales, entre ellas las del aniversario.
Mientras repasa fotos e imágenes del viejo Comodoro y las superpone con el actual, Herrera dice que “esta ciudad me dio todo” y por eso agrega “ junto con mi familia, la docencia y mi partido es lo más importante que tengo. Estoy feliz y orgulloso de haber visto crecer a Comodoro y si bien faltan muchas cosas, como servicios e infraestructura, no tengo dudas de que es una gran ciudad, y no solo lo digo porque es la mía sino porque realmente lo es y lo demuestra día a día”, concluye el hombre que, pese a haberse jubilado, sigue ejerciendo la docencia día a día.