El centralismo produce miradas distorsionadas

Por Luis Beltrán

Las peleas regionales existen, pese a que quieran ser disimuladas y a que reciban condena política y social. En el fondo de las diatribas subyace el siempre omnipresente centralismo desde donde se toman decisiones que afectan directamente a regiones económicas y poblaciones lejanas tanto en lo geográfico como en lo cultural y político.
Está bien que los debates se hagan públicos. Esa versión políticamente correcta de no incentivar “divisiones estériles” suena, por lo menos, hipócrita. Que se entienda bien: discusión de ideas fundamentada en reclamos genuinos que ayuden a una mejor planificación de las políticas del Estado.

DE SUR Y NORTE
Quienes vivimos en la zona sur de Chubut conocemos bien el tema y hemos escuchado reproches hacia el “centralismo de Rawson” desde el comienzo de la historia institucional de la provincia. Desde la “caída” de Roque González, el primer gobernador surgido de Comodoro, hasta estos días, la crítica hacia quien esté al mando del Gobierno es constante e interminable. Mucho más en estos últimos siete años en los que, además, se escuchó el murmullo incesante de la necesidad de elegir a un gobernador de la ciudad.
Lo mismo les ocurre en estos tiempos a los habitantes de la zona norte de Santa Cruz. Desde allí notan cómo el “centralismo de Río Gallegos” observa con mirada distorsionada lo que sucede. El grito silencioso se hizo público a través de las páginas de este diario el pasado lunes. “Allá los problemas nuestros se ven en una dimensión menor y por eso nuestra tarea es hacerles ver cuál es la realidad, sobre todo de Caleta Olivia”, disparó el diputado Eugenio Quiroga en un acto político. Y el intendente de la ciudad, Fernando Cotillo, en la misma jornada, instó a poner a Caleta “en el mapa” e instalar la idea de “volver a tener un vicegobernador de la ciudad”.
Ambas regiones --zona sur de Chubut y zona norte de Santa Cruz-- tienen más en común entre sí que con las respectivas capitales de sus provincias. La delimitación petrolera de la Cuenca del Golfo San Jorge podría ser también la configuración del mapa político y geográfico que las contenga.
Ambas regiones, eminentemente sustentadas y afianzadas en su capacidad productiva y creadora de riquezas, cuentan la cantidad de habitantes y electores de cada uno de sus pueblos y la contraponen con los de las ciudades “centrales”. La ecuación no es ecuánime, valga la paradoja. El resultado es el mismo: ese peso no se ve claramente equilibrado en los presupuestos provinciales. Claro, hasta el presupuesto es “centralizado”; es decir, a discreción del mandatario de turno que aporta, o no, de acuerdo a su capacidad y/o visión estratégica y/o necesidad política-electoral; y también, a no negarlo, de acuerdo al grado de simpatía partidaria con el potencial destinatario de esos fondos.
Comodoro, Rada Tilly, Sarmiento, Río Mayo, desde donde se oye el grito para mejorar la distribución de los ingresos provinciales en base al aporte que realizan a esas cuentas, reúne nada menos que a 132 mil electores; entre Caleta Olivia, Pico Truncado, Las Heras y Deseado, entre otras, albergan a 107 mil habitantes. Trelew y Rawson suman 93 mil electores, y Río Gallegos, Turbio y 28 de Noviembre llegan a 112 mil habitantes.
El reparto de “utilidades”, según los números oficiales, dista de mantener una línea de equilibrio. Por ejemplo, el año pasado Santa Cruz tuvo ingresos por regalías por 1.048 millones de pesos. A Caleta Olivia, la redistribución por esos mismos ítems le significaron recibir poco más de 11 millones de pesos.
En el mismo período la provincia de Chubut obtuvo 1.556 millones de pesos por regalías petroleras y a Comodoro llegaron poco más de 99 millones de pesos.

DE LA VIDA COTIDIANA
Más allá de la cuestión netamente monetaria, la distorsión de la mirada “centralista” también se puede abordar desde ejemplos que podrían ser catalogados como “menores” pero que dejan al descubierto la forma de operar de los poderes asentados en las capitales.
Para no bucear tanto en la memoria, sólo basta recordar lo sucedido el pasado 7 de junio cuando la ceniza expulsada por el volcán Puyehue cubrió Comodoro Rivadavia desde la madrugada. Para el mediodía la incógnita era si habría clases en las escuelas en el turno tarde. El Ministerio de Educación de Chubut no las suspendió, por lo tanto cada escuela decidió a su gusto si obligaba a los chicos a asistir cuando, en realidad, Provincia debería haberlas suspendido como lo había hecho en otras localidades afectadas. Sí lo determinó para el día siguiente, cuando la ciudad ya estaba normalizada y las nubes de partículas volcánicas habían desaparecido.
La zona norte de Santa Cruz vivió sensaciones parecidas a raíz del largo conflicto docente sumado a las medidas de fuerza de petroleros y los piquetes de desocupados. El caos que reinaba, por ejemplo, en Caleta Olivia y las rutas que la rodean, era analizado desde Gallegos con el mismo prisma de lo que estaba sucediendo en el sur donde la situación era completamente distinta: allí el paro  tenía un grado de adhesión mínimo y las protestas de los trabajadores de yacimientos ni se hacían notar, mucho menos los cortes de ruta.
En ambos casos, los parámetros para tomar decisiones fueron los aportados de la visión “centralista”; por lo tanto las acciones que determinaron demoraron en aplicarse o, directamente, nunca llegaron a las localidades en problemas.
Ni hablar del comportamiento que adoptan las autoridades provinciales cuando el desabastecimiento de combustibles se hace notar en Trelew y Rawson o en Río Gallegos; igual que cuando existen problemas con las redes móviles de telefonía.
Inmediatamente toman nota y realizan los reclamos pertinentes mientras en las zonas “del interior” esos inconvenientes pueden extenderse sin que se escuche la voz de esos mismos gobernantes.
Tampoco reaccionan de la misma manera ante un hecho policial que nos conmueve.

TODO EN DEBATE
En Chubut hubo un intento de “reordenamiento” geográfico a partir de la división por Comarcas planteada por el entonces ministro Martín Buzzi; se trató de un pálido reflejo que quedó en papeles inexistentes porque de hecho nunca se plasmó en ley ya que para ello es necesaria una reforma constitucional que sepulte a los actuales departamentos.
Desde lo declamativo, Comodoro está incluida en la Comarca Senguer-San Jorge. ¿Hubo algún beneficio concreto a partir de esta denominación? ¿Cambió la manera en que se toman las decisiones desde el poder central? Hasta el día de hoy la ciudad sigue reclamando parte de los fondos aportados por Pan American Energy tras la renegociación de los contratos petroleros de 2007.
Ahora, como una eterna letanía, vuelve a aparecer en escena un proyecto para modificar el régimen de coparticipación de regalías hidrocarburíferas. Lo plantea el Gobierno provincial a cinco meses de abandonar el poder después de siete años. Suena más a “bandera de campaña electoral” que a verdadera intención. Más si se tiene en cuenta que resistió los planteos realizados tiempo atrás por los intendentes de Sarmiento, Ricardo Britapaja, y de Rada Tilly, Pedro Peralta, entre otros.
El centralismo produce miradas distorsionadas. Deberían desde aquellos sitios acomodar los espejos para que las imágenes que devuelvan sean las reales. Porque cuando desde Rawson y Río Gallegos hablan de “localidades del interior” podríamos sospechar que las capitales de Chubut y Santa Cruz son ciudades “del exterior”.

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