Se sabe que los gatos son mascotas que apreciar la libertad para ir y venir de su hogar, así que no es difícil de entender por qué el minino de Julian Assange se fue de la embajada de Ecuador en Londres antes de ver aparecer a la policía metropolitana este jueves.
Por suerte para el gato, Assange se acordó de él al momento de negociar su rendición ante el Gobierno británico. "Fue entregado, no sé si a un amigo pero salió ya de la embajada, posiblemente semanas antes", afirmó Carlos Poveda, abogado del activista australiano.
Poveda convino que "por lo menos el gato se salvó", aunque no pueda decir lo mismo de su representado, que emergió de la embajada con la barba blanca y mucho más flaco que cuando entró.
El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, le negó a Assange el asilo político que su predecesor, Rafael Correa, le había otorgado durante siete años.