El partido que valió un título

A Diego Romero le pasó algo que a muy pocos jugadores de básquetbol les puede suceder. En la temporada 2005-2006, Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia se encontraba jugando nada menos que su primera final de Liga Nacional de Básquetbol y tuvo que acudir a los servicios de un hombre que, con el correr de los años, se hizo de la casa.

Diego, quien en ese momento se encontraba en Estados Unidos, llegó para reforzar a un equipo que había sufrido algunas bajas, una de ellas la del cubano Ruperto Herrera y por eso, la dirigencia y el cuerpo técnico encabezado por Fernando Duró, fueron a buscarlo.

Con casi nada de entrenamiento con el plantel “mens sana”, el jugador de 2,07 metros de estatura, llegó a la ciudad, reforzó al equipo para el sexto partido ante Libertad de Sunchales (fue triunfo del “Verde” 84-80) y con una notable actuación (marcó 12 puntos), el jugador nacido en la localidad misionera de Bernardo de Yrigoyen cumplió el sueño que jamás se imaginaba concretar, y menos en un solo partido: ser campeón.

“Para mí, como hincha de Gimnasia, como jugador formado dentro del club desde el día ‘uno’ es, como vos venías a ver partidos de Liga cuando eras chico, es el día que soñás salir campeón de la Liga. Tuve el privilegio enorme y la suerte de cualquier pibe, y que te digan ‘vení, negro, venite a jugar un partido’ y salís campeón, eso no existe”, admitió.

“Tuve la suerte de que Nico (Casalánguida, hoy DT de Atenas de Córdoba) se acordó de mí, que Fernando (Duró) dijo que sí, que después todo el equipo liderado por el ‘negro’ (Gabriel) Cocha dijo ‘sí’ porque no es una decisión fácil decirle a alguien que venga. Después tuve la suerte de que las cosas me salieron bien ese día, fue una fiesta general para todo el hincha de Gimnasia, para mí fue perfecto. Tenía toda mi familia en la cancha y terminé festejando acá en el Socios donde me crié, y en donde pienso seguir viniendo por muchos años más después de que me retire”, sentenció.