"El Vizco" y el robo de armas a "Argensud"

Mario "El Vizco" Aguilar el 4 de febrero de 1963, con apenas 14 años y junto a Heraldo "Lucio" Brunel, protagonizó uno de los robos más importantes de la época en Comodoro Rivadavia al sustraer de la compañía "Argensud" de San Martín y Moreno tres rifles, dos armas de puño y un duplicado de todas las llaves de las puertas exteriores de una de las casas comerciales por entonces más importantes de la Patagonia. Ese año, además, "el Vizco" se escapó dos veces de las comisarías, primero de la Seccional Primera y luego por el techo de la de Mosconi.
"¿Qué pasa?", le preguntó el oficial Segundo Arruabarrena a "El Vizco", como siempre fue conocido quien en realidad se llamaba Mario Aguilar. Comenzaban los años 60 y Comodoro Rivadavia era acechada por la banda del "Picota", de quien Letra Roja contó su historia en la edición anterior. La Catedral San Juan Bosco estaba en construcción y en la cripta de la misma "El Vizco" y sus amigos hacían fuego. Cuando lo vieron al oficial de policía parado en la escalera, la única salida al exterior, no supieron cómo huir. Comenzaron a correr de un lado al otro, mientras Arruabarrena los miraba. Cuando se cansaron de correr, el oficial lo llamó al más ladino de todos.

"¿Qué pasa?", le volvió a preguntar el oficial a "el Vizco".
"Nada oficial, estuvimos robando todos esos chorizos. Vamos a comer un poco", contestó con desparpajo. Los habían robado de una carnicería de la calle Belgrano.
"Si es para eso, está bien. ¿Y el pan?", preguntó ya más relajado el oficial que prestaba servicios en la Seccional Primera.
"No tenemos oficial", respondió Aguilar encogiendo la cabeza desde su metro cuarenta. El oficial metió su mano al bolsillo del uniforme y le dio dos pesos para que fueran a comprar. Al fin y al cabo habían robado solo para comer.
"Los padres no los controlaban. Si robaban algo y llevaban para la casa, mejor todavía decían ellos" recuerda hoy el oficial Arruabarrena ante Letra Roja. Se trata del oficial que en la edición anterior volvió medio siglo después a las cuevas de la "banda del Picota". Es de los pocos de aquella época que conservan frescos los recuerdos de la forma en que entonces tenía el delito, y cómo se lo combatía. Tiene una memoria fabulosa. Y recuerda al detalle cada uno de los procedimientos y apellidos. Arruabarrena, hombre conocedor de la calle, ágil para las persecuciones y excelente sumariante, intervino en cientos de casos importantes en Comodoro.
"Eran bravos el Vizco y el Chilote" recuerda el "oficial gusano", como lo llamaba la banda de Alberto "Picota" Cárcamo, al que secundaban Mario "El Vizco" Aguilar, y José "El Chilote" Ojeda. Lo llamaban "gusano" porque fue el único que pudo descubrir sus cuevas, para lo cual debió arrastrarse varios metros en lugares poco cómodos.
Entre paredes de roca sedimentaria, y bajo una vista privilegiada. A 212 metros sobre el nivel del mar y a dos kilómetros y medio del barrio Pietrobelli, Cárcamo y su banda disfrutaban de los botines en las cuevas. Risas y fogata.
Estaban tan confiados que no pensaban en que aquella madrugada un policía los sorprendería. Y que no caería en las trampas que colocaban para los intrusos. Pero Segundo se arrastró por debajo de las piedras donde la banda escondía los caballos entre las rocas, al estilo Butch Cassidy. Es que solo había lugar para el paso de un cuerpo y debía ser pequeño. Arruabarrena ingresó a esa especie de "aguantadero" natural. Fue de algún modo el principio del fin de la banda que le había dado tantos dolores de cabeza a la Policía.
Es que los jóvenes lograban escapar rápido de la Policía a lomo de caballo, tras los atracos. Con animales que "Picota" robaba en los hornos de ladrillos del barrio "La Rural", donde hoy se ubica la Sociedad Rural y que entonces marcaba el límite oeste de la ciudad. A los policías "Picota" y su banda se les perdían de vista detrás del Cerro Chenque. Pero un día, el oficial gusano" y el sargento "ojos de yegua" los descubrieron.
Allí comenzó a adquirir peso propio quien secundaba a "Picota", su ladero y el único que podía hacerle "sombra", José Mario Aguilar, nacido el 10 de marzo de 1948 en Comodoro Rivadavia. El estrabismo en el ojo izquierdo que padecía le dio su sobrenombre. Su historia la hizo a partir del delito, desde muy pequeño. Su primer robo fue a los 11 años, cuando fue entregado a sus padres. Cosechó ocho causas de robos entre 1959 y 1962. Cinco de ellas en su adolescencia en tan solo cuatro años, la mayoría en el Centro.
En 1963 se escapó dos veces, primero el 20 de febrero de la comisaría Primera y luego el 16 de octubre de la comisaría Mosconi. Recién el 23 de junio de 1968 fue condenado por hurtos reiterados y robos y en 1971 accedió a la libertad condicional.
"Al 'Vizco' y al 'Chilote' yo los llevé al Instituto Vélez Sarsfield de Córdoba, los mando el juez. Era un reformatorio de menores. Yo los llevé esposados y cuando llegué al Instituto, llega el director y dice: 'Que andan haciendo por acá, pobrecitos'" recuerda Arruabarrena. "Y me dice a mí 'sáquele las esposas' y yo le digo 'no, primero fírmeme acá que usted los recibió. Acá están los prontuarios. Cuando usted me firme, le saco las esposas y me voy'" le aclaró el policía al director del reformatorio. Sabía que los jóvenes ya con sus 15 años tenían una trayectoria en el delito que no era para subestimar.
"Me firmaron el recibo y todo. Les saqué las esposas y me vine. Pasé por provincia de Buenos Aires a buscar dos presos en el Juzgado de La Plata y al otro en Carlos Casares. Cuando yo llegué con los presos, ya se habían escapado (los menores). Habían asaltado "Argensud", robaron unos rifles, armas y se fueron a Caleta Olivia a robar. Los agarraron en Caleta Olivia, yo no había llegado de Buenos Aires y ellos ya habían vuelto" recuerda Arruabarrena.

LIGERO PARA LOS MANDADOS
En el preventivo 113 de la Policía de la Seccional Primera el Chubut, el subcomisario Cosme Lavalle y el comisario Obdulio Coronel informaron que entre las 20 y las 7:30 del 19 de febrero de 1964 en casa "Argensud" de San Martín y Moreno, "autores ignorados después de violentar una reja de hierro de protección a una ventana interna penetraron en esa casa comercial y sustrajeron tres rifles calibre 22, dos pistolas del mismo calibre, un duplicado de todas las llaves de puertas exteriores de la casa y también una linterna", hubiéndose además intentado violentar caja de hierro donde se guardaban valores, lo que no se consiguió.
Firman el comisario Obdulio Coronel y el subcomisario Cosme Lavalle. El 3 de marzo fueron detenidos José Mario "El Vizco" Aguilar de 15 años y Heraldo Lucio Brunel de 17 años "confesándose autores de dicho hecho".
Recién el 3 de marzo fueron detenidos "Lucio" y "El Vizco" y se les secuestraron los tres rifles y las dos pistolas sustraídas. Los menores quedaron detenidos bajo la Ley 14.394 (régimen del menor).
No era la primera vez que demostraba su habilidad el Vizco para robar en el Centro. Habían sido víctimas suyas varios vecinos en una misma noche. A Ramón Miguel, de Urquiza 690, le había llevado un cuchillo, un aparato de radiotelefonía a transistores y la suma mil pesos. Mientras que se llevó de las otras dos casas lindantes, las de Inocencio Miguel y otro vecino, varios elementos y dinero que ascendía a la suma de 7.600 pesos.
Días después de ser detenido por el robo de armas, "el Vizco" se escapó de la Seccional Primera donde permanecía detenido cuando lo trasladaban a declarar frente al juez. En un descuido de la Policía se hizo humo.
"Le robaban a la gente que iba al Cine Coliseo" cuenta Arruabarrena. Los esperaban en la bajada de La Loma y robaban como "pirañas".
En abril de 1963 junto a José Ojeda y Juan Quiroga protagonizaron un robo y defraudación en perjuicio de Jackie Glenn Fulson. Fueron detenidos en la comisaría Mosconi, de donde "El Vizco" finalmente se escapó el 16 de octubre de 1963 por un orificio del cielo raso. Después de recapturarlo, la Policía lo indagó e investigó al agente Ramón Vargas por su descuido. Aguilar había roto el cieloraso con un fierro. "El Vizco" fue siempre un constante dolor de cabeza para la Policía de la época y así continuó su leyenda en el mundo del hampa.
En la calle Florida y Sarmiento fue la última vez que lo vieron en los 80, luego de cumplir una pena en Rawson. Nada más se supo de él. Hoy solo queda su derrotero y una fotografía que hallo Letra Roja en su prontuario.

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