Damián Schlebuch integró el plantel de los ocho presos que protagonizaron la masiva fuga del viernes 13 de octubre de 2006, tras hacer un boquete en la pared del Pabellón 1 y luego sacar las chapas de un techo para ganar la calle.
También fue el primero al que atrapó la policía a los pocos días: le habían dado refugio en una casa de la extensión del barrio Stella Maris y para llegar ahí había caminado frente al Comando Radioeléctrico y la Brigada de Investigaciones, ubicados a escasas cuadras del lugar donde estuvo escondido con otro de los evadidos.
Schlebuch fue trasladado a la Seccional Quinta y esa misma noche se volvió a escapar, tras torcer con un hierro uno de los barrotes de la ventana del calabozo. Después de eso saltó un paredón que tiene poco más de dos metros de altura y se fugó.
Con él se fue Darío Terk, otro que sabía de fugas. Los dos son delincuentes comunes que llegaron a la cárcel por su hábito de robar, en el caso de Terk con el uso del armas.
Esa fuga prácticamente ridiculizó a la policía y el caso, que rayó lo grotesco, fue de la risa a la indignación de una comunidad que se sentía más desprotegida que nunca.
Pero estos delincuentes no fueron los únicos que se escaparon de la Seccional Quinta, dado que a los dos días se fugaron otros dos presos y para entonces ya no había forma de levantar el ánimo de la fuerza policial.
Finalmente Terk y Schlebuch fueron descubiertos una vez más y encarcelados. El primero fue a parar a la U6 de Rawson y el restante pasó por varias comisarías de Comodoro Rivadavia hasta que fueron convocados a la audiencia preliminar que presidió el juez Emilio Porras Hernández.
En su corta estadía en Comodoro Rivadavia, Terk fue alojado en la Comisaría de Kilómetro 8, el sábado regresó a Rawson y volverá en un mes, cuando se realice el juicio por aquella fuga de la Seccional Quinta.
OTRA FUGA
En la madrugada del 4 de marzo de 2006 Darío Terk fue recapturado por una patrulla de la Seccional Primera de Trelew, tras permanecer casi dos meses prófugo de la justicia local por una serie de asaltos a mano armada y luego de escaparse de la alcaidía con Alfonso Almonacid. Ellos hicieron un boquete en la pared del Pabellón 2 con las herramientas que habían robado del taller de carpintería metálica de la alcaidía.
Almonacid fue recapturado tres días después en el barrio Pietrobelli, gracias a una valiente vecina que alertó a la policía. Su cómplice no tuvo mejor suerte y terminó detenido a más de 380 kilómetros de distancia.