Entre amenazas y euforia, los kurdos votaron en Irak por su independencia

El referéndum independentista kurdo que fue rechazado por Estados Unidos y Turquía ayer sumó la oposición de la Organización de las Naciones Unidas. No obstante, eso no impidió que millones de kurdos votaran por su independencia. Se estima que participó el 78% del padrón.

Millones de kurdos votaron ayer en el norte de Irak para definir su independencia, en medio de escenas de festejos y optimismo en Erbil, la capital de la zona autónoma del Kurdistán, y un clima de tensión en la frontera con Turquía e Irán, los dos países vecinos que ya amenazaron con represalias, y en las ciudades disputadas con Bagdad, que desplegó tropas y redobló sus advertencias.

La Alta Comisión Electoral del Kurdistán aún no anunció cuándo se conocerá el resultado -que se descuenta será a favor del Sí-, pero sí informó, tras el cierre de los centros de votación en las cuatro provincias kurdas -Dohuk, Erbil, Suleimaniya y Halabja- y en las provincias disputadas de Kirkuk, Diyala y Nínive, que la participación alcanzó al 78% del padrón, que también incluye a las minorías que viven en esas localidades, como los yazidíes.

El referéndum independentista kurdo no solo no sumó nuevos apoyos -algunos de sus socios históricos, como Estados Unidos rechazaron una división del territorio iraquí-, sino que acumuló otro detractor: la ONU.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, apoyó ayer la “soberanía, integridad territorial y unidad de Irak” y avisó que el referéndum de independencia del Kurdistán puede tener “efectos desestabilizadores” para el país y la región en general, según su vocero Stéphane Dujarric en su conferencia de prensa diaria, citada por la agencia de noticias EFE.

DURAS ADVERTENCIAS

Desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, la dirigencia kurda en el norte del país, rico en petróleo, se gobierna de manera autónoma -primero por una decisión unilateral y luego, tras la nueva Constitución, de manera acordada con Bagdad- y controla su territorio con un ejército de facto conocido como los peshmerga.

Pese a los acuerdos construidos con el gobierno nacional en Bagdad, la relación siempre fue tirante y el vínculo empeoró significativamente con el avance de la milicia radical Estado Islámico (EI) en 2014, una ofensiva que desnudó la debilidad y falta de legitimidad popular del Ejército nacional y ratificó el control de los peshmerga en el estratégico norte de Irak.

Empoderados por sus victorias ya épicas contra la barbarie del EI, las autoridades kurdas se lanzaron por la independencia definitiva del Estado iraquí y hoy más de cinco millones de habitantes del Kurdistán fueron convocados a responder en las urnas una sola pregunta: “¿Quiere que la región del Kurdistán y las zonas kurdas fuera de la administración de la región se conviertan en un estado independiente?”

Mientras millones de kurdos votaban y mostraban orgullosos sus dedos índices bañados en tinta azul oscura, los gobiernos de Irak, Turquía e Irán lanzaron un variado espectro de amenazas, advertencias y órdenes para dejar claro que no aceptarán un futuro Estado kurdo en esa parte del territorio iraquí.

Los kurdos, unos 35 millones de personas según las estimaciones más conservadoras, son el pueblo más numeroso sin Estado del mundo y la tercera minoría étnica más importante en número del oeste de Asia, tras los árabes y los turcos.

Su población se reparte entre Turquía con 20 millones, Irán con 6,5 millones, Irak con 6,5 millones, Siria con un millón y Armenia con 300.000; además de su amplia diáspora en Europa y Estados Unidos.

Además, el subsuelo del Kurdistán está considerado como una de las mayores reservas petrolíferas de Medio Oriente. Prácticamente todo el crudo extraído por Turquía y Siria y un tercio del de Irak procede de los pozos perforados en territorio kurdo.

En el caso de la región autónoma del Kurdistán iraquí, todo el petróleo que se extrae y se exporta a Europa se traslada a través de oleoductos que cruzan por la vecina Turquía.

Por eso, una de las primeras amenazas que hizo ayer Ankara fue cerrar la válvula de los oleoductos.

“Nosotros tenemos la válvula. Si la cerramos, este asunto se acaba”, advirtió el presidente turco Recep Tayyip Erdogan durante un discurso en Estambul, citado por la cadena de noticias NTV, antes de lanzar otra amenaza, mucho más poderosa: una invasión terrestre.

“Podríamos llegar de repente por la noche. Lo hicimos con la Operación Escudo del Éufrates (en Siria). Allí limpiamos 2.000 kilómetros cuadrados del Estado Islámico y daremos nuevos pasos con ese objetivo. Si hiciera falta, tampoco vacilaríamos en dar pasos similares en Irak”, amenazó el mandatario, quien recordó las maniobras militares que comenzó el Ejército el lunes pasado cerca del paso fronterizo con Irak en Habur, por donde pasa la única ruta que une los dos países.

Pese a las alertas que desató la consulta kurda en toda la región, Erdogan buscó bajarle el tono y ratificó que, como Bagdad, no reconocerán los resultados: “¿Qué importa si el referéndum se lleva a cabo o no? Es todo un teatro. No creemos que de esto salga algo distinto”.

Al mismo tiempo, la República Islámica de Irán, que también posee una minoría kurda en su territorio, cerró ayer su frontera con Irak, un día después de haber realizado ejercicios militares en esa zona lindante.

“A petición del Ministerio de Relaciones Exteriores iraquí nuestras fronteras con el norte de Irak fueron cerradas”, informó el vocero de Exteriores iraní, Bahram Ghassemi, citado por la agencia de noticias DPA.

Desde Bagdad, a la negativa a aceptar el referéndum y la orden del domingo de que el gobierno autónomo del Kurdistán entregue los aeropuertos y el control de la frontera norte, se sumó ayer el despliegue de tropas militares en las zonas disputadas con Erbil, donde, según las autoridades kurdas, la votación se realizó pese a la tensión y a algún enfrentamiento armado aislado.

Mientras en los límites del Kurdistán iraquí el día estuvo marcado por la tensión alimentada por las amenazas de Bagdad, Ankara y Teherán, en Erbil, el corazón político de la región kurda, la jornada electoral se vivió como una fiesta.

Ni bien cerraron los centros de votación, cientos de personas salieron a las calles a gritar “¡Chau chau Irak!”, a bailar con banderas kurdas y a disfrutar de los fuegos artificiales que iluminaron lo que, para muchos de ellos, fue una noche histórica.

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