Durante la mañana de ayer, la fiscal de Delitos Complejos, Camila Banfi presentó la acusación contra los cuatro hermanos Ibáñez -Ángel Eduardo, Sebastián, Kevin Edgardo y Marcelo Fabián- por el delito de “privación ilegal de la libertad agravada por haber sido cometida contra un menor de edad, por las lesiones graves causadas a una de las víctimas, por la pluralidad de partícipes y por la muerte de una de las víctimas, en calidad de coautores”, con expectativa de pena de prisión perpetua para los acusados.
Ante la presentación de la acusación por parte de la fiscal, en la audiencia de revisión de la medida de prisión preventiva y el vencimiento del plazo de investigación, Banfi le solicitó al juez natural de la causa, Alejandro Soñis dos meses más de prisión preventiva o el mantenimiento de la medida hasta el inicio del debate que aún no tiene fecha.
El defensor de los hermanos Ibañez Mauro Fonteñez se opuso al pedido de prisión preventiva y propuso la prisión domiciliaria, pero el juez de garantías tras escuchar a las partes decidió mantener la medida solicitada por el órgano acusador.
Según la acusación, el secuestro de Alan Nahuelmilla se inició el 14 de abril de este año, alrededor de las 23, cuando la víctima y un amigo circulaban por la calle Los Duraznos, en zona de quintas del barrio Máximo Abásolo y fueron emboscados por los cuatro imputados quienes estaban armados.
De acuerdo al relato de la Fiscalía, los hermanos Ibañez procedieron a maniatar a los jóvenes y a trasladarlos hasta la vivienda de uno de ellos. Una vez en el lugar los sometieron a diversos tipos de castigos físicos, golpeándolos con puñetazos, patadas y golpes en la cabeza con una pala, con la cacha de armas de fuego. Además le cortaron las orejas a uno de ellos con un alicate y lo hicieron en reiteradas oportunidades. Asimismo, los desnudaron y les arrojaron agua fría, disparaban al cielo y amenazaban con matarlos, reclamándoles les dijeran dónde estaba el televisor. El calvario se extendió por cuatro horas, mientras grababan la agresión con un teléfono.
Ya en la madrugada del 15 de abril los imputados se retiraron del lugar junto a una de las víctimas, Nahuelmilla, arrastrándolo con una camioneta hasta el domicilio de uno de sus tíos donde los abandonaron.
Al regresar al lugar los imputados que aún mantenían retenido a G. continuaron con los golpes hacia este, hasta que alrededor de las 8 lo liberaron después de haberlo amenazado para que no denunciara lo sucedido.
Así G. huyó hacia su domicilio para luego ser trasladado al Hospital Regional con heridas de carácter grave. Mientras, familiares de Nahuelmilla lo trasladaron hacia el mismo hospital donde luego de unas horas falleció por “traumatismo grave de cráneo por hemorragia intracerebral a causa de los golpes recibidos”.