Hace 30 años un comodorense hacía cumbre en el Aconcagua

Logró ascender los 6.959 metros de la montaña más alta de Occidente. Para el ex militar y actual secretario municipal de Servicios a la Comunidad el 17 de enero de 1985 representa una suerte de segunda fecha de nacimiento por las dificultades que se encontró durante el descenso.

 Para Rubén Palomeque hoy es una fecha muy especial, lo que él llama su segundo nacimiento. Es que se cumplen 30 años de la travesía que junto a otros montañistas del Ejército Argentino lo llevó a hacer cumbre en el Aconcagua. Se trata además de la primera ascensión de un comodorense al denominado “Techo de América”.

Eran cuatro los jóvenes militares que iniciaron el ascenso e hicieron la cumbre en siete días luego de un período de aclimatación con otras ascensiones de altura de entre 5.500 y 6.000 metros en los alrededores de Puente del Inca, sobre todo para asegurarse el acostumbramiento de los cuerpos a la altura.

Tenían espíritu de aventura, amor por la montaña, ya habían hecho cumbres los cerros Catedral, Tronador y los volcanes Lanín y Domuyo. Para Palomeque era su segunda experiencia en Aconcagua, pero la primera como jefe de expedición.

El tiempo que les tocó era adverso por la climatología. Sin embargo, llegaron a la cumbre el 17 de enero de 1985, a las 15:30 y después de los festejos de tradición y las fotos típicas; trataron de iniciar el descenso lo más rápido posible, dividiéndose en dos parejas.

El compañero de descenso de Palomeque tuvo una dificultad física, entró en shock con un desvanecimiento al iniciar el descenso, lo que lo obligó a quedarse con él para tratar de descenderlo acarreándolo. Sin embargo, esto lo deterioró físicamente y perdió fuerzas, además de la profunda deshidratación de ambos.

Fue en ese momento donde Palomeque temió por su vida. “Una vez que pasó el último montañista que había hecho cumbre ese día, que era de nacionalidad polaca, le di a entender que diera aviso en los refugios de la senda de ascensión para que sepan que estábamos en emergencia. En esa época era común no llevar ningún elemento de apoyo para refugio, solo teníamos el abrigo puesto, algo de pasas de uva, una barra de chocolate y casi nada de líquido”, rememora.

A pesar de la altura del año, la temperatura oscilaba en los 25 grados bajo cero y como dice el protagonista de la osadía “cuesta mucho respirar a esa altura, la atmósfera de enrarece, hay escaso oxígeno y los movimientos y los pensamientos se vuelven confusos debido a la baja temperatura y las condiciones extremas”.

La educación en la montaña les hacía temer en lo más íntimo de su ser que pasar la noche en esas condiciones y a esa altura eran definitorios. Sin embargo no tuvieron otra opción que encomendarse a Dios, recuerda profundamente agradecido Palomeque, quien emprendió esta gran aventura de juventud junto a Carlos Avila, Roberto Robledo y Julio La Cruz.

“Julio La Cruz, estará festejando en Buenos Aires también su segunda nacimiento, así como Carlos Avila que está en Bariloche y Roberto Robledo radicado en Mendoza”, rememora entre risas.

HACIA LA CUMBRE

El amanecer de aquel 18 de enero los sorprendió con un día diáfano y al abrir los ojos entendió que iba a ser un día de cumbre, por eso esperaba que algún alma se acercase por la senda hacia el lugar donde estaban en la canaleta, a 150 metros de la cima.

“Cerca del mediodía vi las primeras figuras humanas iniciando el ascenso por la canaleta, llegando hasta mi una de las personas de esta expedición alemana con la cual me comuniqué y le pedí el apoyo para mi compañero que estaba inerte unos metros más arriba”.

A 30 años de aquel momento reconoce, “la divina providencia hizo que esta persona una montañista alemana fuera una paramédica, que traía en su mochila de ataque, un sobre al vacío con una inyección preparada que sin dudar colocó en el pecho de mi compañero inyectándole adrenalina y haciéndolo reaccionar inmediatamente”.

A partir de ahí se sucedieron otros hechos que hacen a la evacuación por distintos modos hasta Plaza de Mulas, campamento base a 4.400 metros de altura. Y desde ahí en días sucesivos en helicóptero hasta la ciudad de Mendoza.

Palomeque sufrió congelamiento de segundo grado de dos dedos del pie y estuvo internado para amputar. Sin embargo como él dice la providencia siguió con ellos y el día que entraba a quirófano en el hospital de Mendoza ocurrió el terremoto de Godoy Cruz por lo cual el hospital empezó a recibir evacuados de otros lugares y la prioridad de operación pasó a otro momento.

Cuando se recuperó la normalidad de los servicios, se realizó un ateneo con varios especialistas, decidieron esperar y no fue necesario intervenir.

Palomeque se retiró en abril último del Ejército Argentino, hoy cumple servicios en la Municipalidad como secretario de Servicios a la Comunidad. Expresa que su relación con la montaña nació aquí mismo en Comodoro Rivadavia cuando además de subir el cerro Chenque, ascendió el Pico Salamanca. Después el destino lo llevó a vivir en Mendoza y Bariloche donde se especializó como instructor de andinismo y esquí.

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