Inseguridad: todos responsables

La inseguridad sobrevuela Comodoro como un fantasma que nunca se fue, sino que cada tanto se retira para volver y asustar con sus demonios de asaltos y muertes. Ya sabemos todo lo que ha ocurrido luego de los tristes y repudiables hechos. Y estaremos de acuerdo si decimos que nuestra sociedad no se merece presenciar estos acontecimientos. 
El fantasma regresa y con él, vuelven las culpas. Y da la sensación que de buscarlas estamos cansados, porque en esa misma búsqueda parecen agotarse las soluciones. Y aunque las soluciones pudieran llegar más rápido de lo normal, lo irremediable ya no tiene restauración. El luto, por respeto y por igualdad, nos llega a todos.
Tal vez no sea el momento oportuno, pero es necesario decir que nuestra sociedad está inmersa en una gran confusión, y en medio de una gran ilegalidad que todo lo envuelve. Buscar respuestas nos lleva, irremediablemente, a encontrar responsabilidades en nosotros. Y es necesario reconocerlo, para comenzar a nacer de nuevo. Porque, en definitiva, no todos los errores recaen en los políticos o en los funcionarios de la justicia; ellos forman parte de la misma sociedad que habitamos.

TODOS SOMOS
RESPONSABLES
Es muy difícil analizar un problema tan grave desde una sola mirada. También hay que decir que todo lo que se reclama es totalmente cierto. Pero las situaciones indican que es necesario poder ver a la sociedad en su conjunto, y no como elementos aislados. Cada individuo que la forma está inmerso en un sistema de relaciones. Por tal motivo, resulta absurdo ver el problema solamente desde un único lugar. La sociedad la integramos todos, y es necesario y vital hacer un sinceramiento de lo que somos, y de lo que nos hemos transformado como comunidad. Y en tal sentido, no estaríamos errados si decimos que vivimos en forma enferma y violenta. Hoy nos mata un menor de 14 años, y hace un tiempo nos mató un vecino armado. En ambos casos subyace una enfermedad social que es muchos más amplia que pensar solamente en tener más policías o más fiscales.
La búsqueda de las responsabilidades nos llevará al intento de analizar todas las variables que intervienen en este proceso de inseguridad.
La primera de ellas indica que Comodoro ha crecido. Creció mucho más de lo que indica el último y desacreditado censo poblacional. Del mismo modo que la ciudad hoy no soporta un sistema cloacal que ha sido superado, tampoco se sostiene el funcionamiento de muchas instituciones que también han sido desbordadas en su capacidad de atención. Esto implica que los responsables de administrar la ciudad no han previsto el crecimiento. Y tampoco han pensado en mecanismos de control. Sabemos que junto con gente que llega con buenas intenciones, a la ciudad también han llegado delincuentes, y esto nunca se ha podido desarticular.
Es necesario que se controlen los accesos a la ciudad, exigiendo documentación a quienes ingresan y se mueven en Comodoro. Es vital que se transformen en rutina y que se extiendan a otros ámbitos de la sociedad.

JUSTICIA
La Justicia estos días volvió a recibir críticas. Quienes llevan adelante la justicia no parecen tener las respuestas que estamos necesitando. También hay que decir que las causas se acumulan en demasía y superan la capacidad de trabajo que pueda tener un fiscal. (Así lo refleja un preciso informe publicado ayer por Diario Patagónico). Ambas cosas son ciertas. Hay que agregar que hoy, en las calles de Comodoro deambulan delincuentes que acumulan causas, y no hay resolución para esos casos.
El círculo de la Justicia también es más amplio y hay algo más profundo. El Código Procesal Penal que aprobaron los legisladores de Mario Das Neves nunca se pudo implementar de manera plena. Y hay que mencionarlo: muchos legisladores que aprobaron ese Código, tildado de garantista, son los que siguen en funciones públicas y cargan sus voces contra los jueces. Por ello, afirmamos que la responsabilidad es muy amplia.
Vale preguntarse hasta dónde llega esa responsabilidad en los procesos judiciales, porque todo delincuente tiene derecho a un defensor. Tienen derecho, claro que sí, pero la situación del profesional, ¿está enmarcada dentro de las numerosas críticas que la sociedad manifiesta?
La justicia, la política, los profesionales, todos, estamos muy ligados en esta problemática. El Código Procesal Penal que rige en Chubut fue impulsado por nuestros votados funcionarios. Y la política de gobierno en Chubut siempre dejó de lado el presupuesto para la Justicia, y la seguridad. También para los maestros y los agentes de la salud. Por eso decimos que es un todo, y es necesario mirarlo de esa manera.
El sistema judicial pareciera estar diseñado para que funcione mal. Tal vez eso genera “zonas grises” donde la misma Justicia no llega.

MAS VIOLENCIA
Ante hechos violentos como los que vivimos, las reacciones son diversas. Pero elegir el camino de la violencia tampoco nos lleva a un buen puerto. Cortar las rutas de acceso, aunque sea de manera pacífica, es violento desde lo simbólico, y desde la privación a todo ciudadano para transitar libremente. Tampoco sirve irrumpir en las afueras de una comisaría para matar por mano propia al culpable. Combatir a la violencia con más violencia sólo genera: violencia.
Y esto también se ha visto en las redes sociales, donde muchos comodorenses volcaron su bronca manifestando sus deseos violentos contra los delincuentes. Leer las expresiones que volcaron los opinantes habla a las claras de qué manera se expresa la sociedad. Por esto estamos todos involucrados.
Y cuando el terror está instalado, también puede salpicar a los responsables de conducir institucionalmente la ciudad, y hasta hacerlos pecar de una falsa valentía y dar discursos equivocados. Es necesario mantenerse reflexivo y contundente.

ESPERANZAS
Es necesario un sinceramiento social. Y por sobre todas las cosas, que más allá del dolor y de las necesidades, la violencia no nos gane, y que no sea ella la que nos gobierne.
A continuación reproducimos la opinión más sensata que se pudo leer en una red social. “Si en nuestra ciudad hay chicos de 14 años que están dispuestos a matar para obtener dinero, el problema es muy grave, porque eso indica que hay vínculos familiares rotos, falta de contención social, aumento del ‘tráfico’ y de las adicciones, fomento de carreras delictivas, ausencia de modelos que sirvan como referencia para el desarrollo individual, desprecio por la ética del trabajo y el esfuerzo”.
No basta con encontrar culpables. Si este momento que vivimos en la ciudad lo pensamos desde un todo, sin dudas tendremos esperanzas.

Fuente: Walter Leunda

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