Israel y Palestina: un año de violencia y duros golpes a las chances de paz

Otro colapso del proceso de paz, la Franja de Gaza arrasada por Israel, los movimientos palestinos sin consensos de largo plazo a la vista, Jerusalén sacudida por la violencia y un horizonte en el que una tercera Intifada parece cada vez más factible. Esas son las fotos más representativas de 2014 en el conflicto de Medio Oriente.

La espiral de violencia que caracterizó este nuevo período del hondo y prolongado conflicto de Medio Oriente ya se vislumbró el 24 de abril, cuando colapsaron nueve meses de negociaciones de paz mediadas por Estados Unidos que habían generado moderadas pero esperanzadores expectativas.

En mayo, Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, y el partido laico Al Fatah, que controla Cisjordania, acordaron en El Cairo formar un gobierno de unidad y un cronograma de reconciliación con punto de partida en la elaboración de una ley electoral para regir comicios que en los papeles deberían realizarse en enero de 2015.

El acuerdo entre los islamistas y Al Fatah, del presidente palestino, Mahmud Abbas, desató el inmediato rechazo de Israel, que considera a Hamas un grupo “terrorista”, y la respuesta del premier israelí, Benjamin Netanyahu, fue taxativa: “Hoy, el presidente Abbas dijo sí al terrorismo y no a la paz”.

Dos semanas después, el presidente palestino tomó juramento a un gobierno de unidad nacional integrado por 17 ministros, todos tecnócratas independientes, Ejecutivo que pudo reunirse por primera vez recién cinco meses después.

Luego de meses de tensión, la siempre latente violencia despertó el 2 de junio, y cruentamente, con el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en Cisjordania, un crimen del que Israel acusa de inmediato a Hamas.

Sentando las bases de un posible enfrentamiento a gran escala, Israel lanzó días después una operación militar en Cisjordania y arrestó a cientos de miembros de Hamas, que respondió lanzando cohetes desde Gaza.

El horror volvió a sacudir a la región el 2 de julio, cuando un adolescente palestino de Jerusalén fue secuestrado y murió quemado por presuntos judíos de extrema derecha, un asesinato que desató violentas protestas en Cisjordania.

Seis días después, con las tensiones al máximo, Israel lanzó la campaña militar “Filo Protector” en Gaza luego de intensos ataques con cohetes contra ciudades israelíes.

La ofensiva por aire y tierra duró 50 días, y en ella murieron más de 2.100 palestinos, en su mayoría civiles, según la ONU. Setenta y dos personas murieron en el mismo período del lado israelí, en su mayoría soldados.

Tel Aviv declaró que la operación buscaba neutralizar los ataques con cohetes enviados hacia su territorio por Hamas, pero para los palestinos el bombardeo y la invasión buscaron sabotear la unidad interpalestina, que apenas dos meses antes había inaugurado un nuevo capítulo.

En octubre se reunió por primera vez el gobierno de unidad nombrado en junio. Esta reunión, celebrada en una Gaza semi destruida, debió postergar la discusión sobre la unidad y centrarse en la reconstrucción de la región, con cerca de 7.000 edificios y viviendas reducidas a escombros y más de 100.000 personas sin hogar.

Siete meses después del acuerdo anunciado en El Cairo, el cronograma electoral no se vislumbra cercano, al menos en el mediano plazo.

Un eventual regreso a las negociaciones de paz entre las partes, que habían sido interrumpidas por los palestinos ante la negativa israelí de suspender su política de ampliar colonias e territorios ocupados, también parece irrealizable.

Sin mesa de negociaciones en la agenda, el liderazgo palestino recurrió durante gran parte del año a escenarios internacionales, como el Consejo de Seguridad, la Asamblea General o la Corte Penal Internacional, con el objetivo de abordar la batalla simbólica y dotar de visibilidad a su histórica demanda.

En este punto, varias iniciativas europeas en noviembre y principios de diciembre, como el reconocimiento sueco al Estado Palestino y las aprobaciones de los Parlamentos británico, francés, irlandés y español de resoluciones no vinculantes que invitan a sus respectivos gobiernos a este reconocimiento, fueron considerados avances por el liderazgo palestino.

En las últimas semanas de noviembre, Jerusalén recayó en la ola de violencia iniciada en mayo, esta vez con varios asesinatos, linchamientos, enfrentamientos con la policía, ejecuciones sumarias, acusaciones cruzadas y el cierre temporario de lugares sagrados de peregrinación como la mezquita de Al Aqsa.

En Israel, en tanto, una ley que busca hacer prevalecer el carácter judío del país por sobre su naturaleza democrática distanció a principios de diciembre a Netanyahu de sus aliados de centro y desató una crisis que incluyó la salida de dos ministros claves, Yair Lapid y Tzipi Livni, (Economía y Justicia), la consecuente caída del gobierno y la convocatoria a elecciones anticipadas.

El sacudón político en el país hebreo -que mantiene el sólido apoyo de su aliado Estados Unidos- constituye una mala noticia para las aspiraciones palestinas, pues Lapid y Livni eran los integrantes del gobierno de coalición que explícitamente expresaban su apoyo a una solución de dos Estados.

El 10 de diciembre, la muerte del ministro palestino para el Muro y los Asentamientos, Ziad Abu Ein, tras ser golpeado por militares israelíes durante una manifestación no violenta en la ocupada Cisjordania, dio cuenta del complejo trasfondo sobre el que se desarrollarán los acontecimientos en el corto plazo.

En este escenario político, un regreso a la mesa de negociaciones de paz o la celebración de elecciones palestinas parecen cada vez más difusas y lejanas, mientras una tercera Intifada, un levantamiento palestino contra Israel como los de 1987 y 2000, se erige amenazante como el escenario más esperable.

Fuente:

Notas Relacionadas

Dejá tu comentario

Las Más Leídas del Patagónico