Jorge Ríos la sigue peleando. Es el policía de la Seccional Laprida que el lunes 29 de julio fue baleado en medio de un asalto a una vivienda. El agente nació el 7 de diciembre, justo el Día de la Policía, por lo que en esta ocasión recibió llamados y mensajes de sus amigos y compañeros, dándole fuerza y reconociendo su arrojo. Mientras tanto, en un acto oficial su hermano Marcos Ríos, también oficial de Policía, recibía una distinción en su nombre.
Es que Jorge Ríos hace cinco meses se encuentra internado y en todo este tiempo ha soportado innumerables operaciones e intervenciones quirúrgicas. Primero en la sala de terapia intensiva del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia y luego en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde se encuentra actualmente. El proyectil que recibió Ríos durante el asalto de la calle Jamaica le dañó el intestino delgado, el hígado y el páncreas, órgano que más complicaciones generó en el funcionamiento del organismo y que quizás sea irreversible.
Pero Jorge soportó y sus familiares, especialmente su mujer, nunca se movieron de su lado. La vida de ambos cambió rotundamente, pero Jessica Alarcón nunca perdió las esperanzas, pese a que los especialistas le decían que todo dependía de un milagro. Sin embargo, ayudado por su juventud él pudo soportar los traslados y más intervenciones quirúrgicas y a cinco meses del episodio ya intenta volver a caminar.
YA PUEDE HABLAR
Jessica contó que Jorge ya habla y está consciente, por lo que no se hace necesario tenerlo anestesiado como en los primeros días, cuando el dolor era imposible de sobrellevar. Los cuidados diarios de los especialistas ayudan a que la herida que Jorge mantiene en su estómago comience a cerrar. Es que el orificio que provocó el plomo aún está abierto y temen a los virus intrahospitalarios que puedan poner en riesgo su salud.
Por estos días se evalúa la posibilidad de que Jorge permanezca junto a su mujer en la habitación que la ART le alquila frente al Hospital y de esa manera evitar un eventual contagio.
Pero la situación de Jorge aún sigue siendo la de un paciente de alto riesgo, ya que los daños provocados por el plomo en sus órganos internos deben terminar de sanar y de esa manera los especialistas puedan darle el alta. Pero para ello aún falta porque el tiempo de sutura debe ser terminado.
La espera a veces hace que Jorge se “caiga” por momentos porque no puede realizar su vida previa a la de aquella sangrienta mañana. Quiere comer, tomar agua o caminar libremente, pero eso aún debe esperar. Le preparan un alimento especial para que sea alimentado por sondas y ya comienza a recuperar los 30 kilos que perdió mientras se hallaba postrado en la cama.
Jessica y el resto de la familia le mueven las piernas y hacen intentos para que dé algunos pasos; es que necesitan que los músculos también tengan movimientos después de tantos días en cama. La recuperación es lenta y Jessica se lo hace entender, está a su lado y le habla continuamente.
“Le agradezco a Dios tenerlo a mi lado y poder hablar con él”, le dijo la mujer ayer a Diario Patagónico.
- 18 diciembre 2013