Las obligaciones laborales comenzaron a pesar en el defensor Juan Manuel Hernández, y la necesidad de pasar más tiempo con la familia terminaron de inclinar la balanza para que el jugador del “Aurinegro” decida colgar los botines en la última fecha del torneo Final A de fútbol de Comodoro Rivadavia.
Llegó al Club Atlético Rada Tilly de Buenos Aires luego de recibirse de kinesiólogo, y logró el ascenso histórico a la máxima categoría del fútbol comodorense donde hubo que redoblar el esfuerzo y los entrenamientos para estar a la altura.
En el comienzo de la Liga Nacional de Básquetbol se sumó al cuerpo médico de Gimnasia y Esgrima por lo que los tiempos se acotaron para poder entrenar con total normalidad, y eso influyó para que decida colgar los botines.
Su último partido fue el domingo frente a la Comisión de Actividades Infantiles, donde perdieron 3-1 pero la victoria de Huracán sobre el Deportivo Sarmiento por 2-1 hizo que mantengan la categoría y el “Depo” juegue la promoción con un equipo de la Primera B.
“Fue un partido difícil, ellos son superiores son jugadores de otra categoría y a nosotros nos costó. Cada error fue un gol y se hizo cuesta arriba. Tuvimos un poco la pelota pero no pudimos concretar”, admitió el jugador radatilense al término del encuentro jugado en la villa balnearia.
Fue por demás emotivo el último juego. Ingresó con su hijo Juan y con su ahijado Valentino. A los 8m del complemento el cuerpo técnico que encabeza Diego Gelinger lo cambió por Perón, y dejó la cancha por última vez. “Contento porque pudimos mantener la categoría, hay cuatro planteles profesionales y fue muy difícil. Me voy con el objetivo cumplido. En el primer año poder quedarnos con un plantel que venía de la B, y terminar jugando con seis chicos de la cantera es un logro importantísimo”, subrayó.
Hernández ingresó al campo de juego sabiendo que era su último partido, y con la convicción de dejar todo como siempre. “En lo personal es muy emotivo. Cuando volví de Buenos Aires me abrieron las puertas y es algo muy lindo todo esto que viví. Nada, ahora ver la posibilidad de hacer algo en el club y seguir ligado porque es mi casa. Soy kinesiólogo y ver si se puede trabajar con las inferiores, poder establecer un departamento médico y seguir acá”, confesó.
Por último, y con la sonrisa por haber conseguido el objetivo admitió que le tocó bailar con la más fea al tener que marcar a Matías Vargas, goleador del torneo Final A de Comodoro Rivadavia. “Me cagó a baile (Matías) Vargas todo el partido. Contra Huracán igual sufrí, y volví a casa y le dije a la ‘negra’ no juego más. Me dijo que siga un tiempo y bueno. Los tiempos ya no son los mismos para entrenar. Para estar en Primera ‘A’ tenés que entrenar, y si estás y no sos competitivo no sirve. No me gusta ser un cono o que me pasen como poste caído. Empecé a trabajar en Gimnasia y los tiempos ya no me dan. No es justo para los chicos que entrenan acá y se rompen el lomo que uno juegue si no entrena como corresponde. Hay que dejar el lugar a ellos. Se armó un hermoso grupo y somos muy unidos que es lo más importante”, sentenció.