El neozelandés Carl Hayman llegó a ser uno de los jugadores mejores pagados del mundo cuando fue contratado por el Newcastle inglés y el Toulon francés, equipo con el que ganó tres títulos europeos antes de retirarse en 2015.
Sus casi 450 partidos profesionales le han pasado a su cerebro una factura irreversible, tal y como reveló a 'The Bounce'. "En aquella época me sentía indestructible. Nunca me lesioné, me entrené muchísimo... pero si entonces supiera lo que sé ahora, no creo que hubiera jugado después del Mundial (2007). Creo que habría dejado de jugar", dijo.
"Pasé varios años pensando que me estaba volviendo loco. En una etapa eso es lo que realmente pensé. Eran los constantes dolores de cabeza y todas esas cosas que sucedían y que no podía entender", explicó Hayman.
Mientras iba perdiendo la memoria de forma paulatina, el neozelandés iba aumentando cada vez la ingesta de alcohol. "De pronto empecé a tener pensamientos suicidas", reconoce. Y su comportamiento errático le llevó a una sentencia de prisión suspendida en Francia tras admitir cargos de violencia doméstica.
Se emocionó al recordar uno de los peores momentos como consecuencia de la pérdida de la memoria. "Empecé a tener importantes problemas de memoria. Estaba intentando conseguir un pasaporte para mi hijo y... no podía recordar su segundo nombre. Estuve buscándolo en mi mente durante unos 25 segundos y tuve que decirle a la persona que me atendía por teléfono 'Lo siento mucho, lo he olvidado. He olvidado el nombre de mi hijo", rememora.
Desde que las pruebas exhaustivas realizadas en Inglaterra revelaron su diagnóstico, Hayman se ha sumado a la demanda histórica que se está preparando por 150 ex jugadores de rugby profesionales, en la que se alega que los organismos rectores del rugby, incluida la World Rugby, no protegieron a los jugadores de los riesgos causados por las conmociones cerebrales y las sub-conmociones. "Espero que no caigan en la misma trampa que yo, que no sean tratados como un objeto y que se les cuide mejor", dijo al hablar de los jugadores actuales.
No es la primera vez que los jugadores de rugby toman este camino. Hace un año, el exinternacional inglés Steve Thompson, ganador del Mundial del 2003, comandó una demanda contra las autoridades del rugby (World Rugby, Rugby Football Union inglesa y la Welsh Rugby Union) por las lesiones cerebrales. Thompson fue diagnosticado con demencia en 2019 con sólo 42 años. Confesó que no recordaba haber ganado el Mundial.
El entrenador asistente de los All Blacks, John Plumtree, en declaraciones desde Roma tomadas por 'The Guardian' antes del partido del sábado contra Italia, expresó su pesar por la situación de Hayman.
"Es realmente triste", dijo Plumtree. "Carl ha hecho mucho por el rugby neozelandés. Es una situación realmente triste si está luchando contra la demencia a una edad tan temprana. Sentimos mucha empatía por ello. Ha sido una persona muy popular en este ambiente, así que no es agradable escuchar esas historias", añadió.
"Ahora nuestras leyes protegen realmente la cabeza", dijo Plumtree. "Ha cambiado mucho. Hay una mayor concienciación al respecto en todas las partes de la organización, desde los altos cargos hasta nosotros como entrenadores. Intentamos minimizar los accidentes en torno a la cabeza en la medida de lo posible, y sabemos que el juego está sometido a la presión de hacerlo".
World Rugby publicó en septiembre directrices sobre la reducción del contacto en los entrenamientos. Éstas incluyen la limitación del contacto total a 15 minutos por semana; 40 minutos de contacto controlado utilizando escudos y almohadillas de tackle, y 30 minutos de entrenamiento en directo con lineouts, scrums y mauls a alta intensidad. Las recomendaciones podrían ser pronto obligatorias.