Las favelas en Brasil equivalen a las villas en Argentina. Sus calles angostas, su falta de higiene y la inseguridad que las rodea, envuelven a las millones de personas que viven en sus tierras. Pero un Mundial de fútbol es una revolución. Todo cambia antes y durante el mes que se juega el evento deportivo más importante del planeta.
Uno de los grandes problemas que tendrá Brasil para la Copa del Mundo que se jugará el próximo año, es el alojamiento para los más de 600.000 turistas que estiman que pisarán suelo carioca. Y uno de los lugares que se ve más afectado es Río de Janeiro. Por eso, en una de las ciudades principales del país, las favelas prestarán alojamiento.
Ante la creciente demanda, los habitantes de diferentes villas están sacando provecho. Uno de los casos es la Rocinha, la favela más grande Brasil, donde la gente alquila sus casas para los visitantes. Actualmente una cama en una pensión cuesta u$s 11 mientras que para el Mundial costará u$s 50.
La decisión del Estado brasileño de intervenir las favelas con las fuerzas de seguridad policiales y el Ejército, generó que la prosperidad de las pensiones y la posibilidad de que sean redituables para sus dueños. El proceso de "pacificación" que comenzó durante el Gobierno de Lula disminuyó la tasa de homicidios y robos pero no la abolió. El peligro sigue existiendo.
Vinicius Lummerts, un funcionario muy importante del Ministerio de Turismo, dijo que los alojamientos en las favelas son bienvenidos ya que aumentan las opciones para los viajeros."Es posible que los precios de los lugares para alojarse suban antes del campeonato, pero también pueden bajar cuando la gente considere todas las opciones", sostuvo.
El Ministerio de Turismo de Brasil habilitó en Río de Janeiro y en ciudades cercanas, 150.000 lugares para poder permanecer. Entre ellos están incluidos hoteles, residencias privadas y hoteles alojamiento. Es tanta la demanda de alojamiento que hay, que algunos moteles empezaron a cambiar sus habitaciones. Sacaron los espejos del techo, los jacuzzi y las vidrieras con venta de preservativos. El Mundial promete revolucionar a Brasil en los próximos seis meses.