La reedición de los tres primeros álbumes de Led Zeppelin que llegan acompañados por material inédito, en vivo o encontrado, constituye un documento vigoroso que logra burlar el paso de los años pero, además, entrega un documento artístico capaz de apreciar la vitalidad del rock como expresión.
Casi como una suerte de recuerdo del futuro, el cuarteto despliega una fiereza en libertad que pasa por alto el presente regido por estudios de mercadotecnia y se ubica, desde el lejano eco de inicios de 1969 cuando el rock todavía no era la banda sonora de buena parte del mundo, en una atmósfera deseable para cualquier aventura estética.
“El material que acompaña a cada disco original, representa un portal en el tiempo en que grabamos cada uno de ellos. Es una selección de trabajo en proceso con mezclas en crudo, versiones alternativas, y material grabado en aquellos años”, definió Jimmy Page a este emprendimiento.
El todavía impactante violero, de 70 años, fundamentó la decisión de encarar este trabajo en el hecho terrenal de que “no me quiero morir y que otra persona lo haga”.
En ese túnel al ayer, es posible recuperar el indómito talento sumado que el guitarrista compartió con el cantante Robert Plant, con el bajista John Paul Jones y con el baterista John Bonham, fallecido en 1980.
Así es que por detrás del negocio de recuperar con remasterización incluida los iniciáticos volúmenes I, II y III, aparece la atrapante pero también riesgosa decisión de incluir otros materiales como, por caso, el registro en vivo del 10 de octubre de 1969 en el mítico teatro Olympia de París.
El primer álbum de la historia, que el cuarteto grabó en apenas una semana en octubre de 1968 en Londres, contiene gemas como “Good times bad times”, “You shook me” y “Dazed and confused”.
De ese material hasta ahora inédito, queda el testimonio de una versión de “Moby Dick” cuyo registro formal y definitivo recién aparecería en Led Zeppelin II, publicado 12 días más tarde de aquella travesura parisina.
Dicha descomunal pieza también irrumpe por tercera vez en el disco añadido al segundo volumen y además de que resulta imposible determinar cuál sería la mejor y definitiva de las tres, en ese material hallado funciona como prólogo del tema instrumental y demoledor “La La”.
El relato formal de Led Zeppelin II no puede pasar por alto canciones emblema de cualquier antología rockera como “Whole lotta love”, “The lemon song” y “Heartbreaker”
Tal como en el propio tránsito del conjunto lo muestra, el tercer álbum, publicado en octubre de 1970 (lo que implica la friolera de tres registros de estudio en un año), implica un cambio de tono en la hasta entonces homogénea propuesta sonora.
El disco en cuestión -que los líderes Page y Plant urdieron en una cabaña galesa- hizo que entonces Led Zeppelin pareciera estar cambiando el eje de su apuesta musical por haber bajado algunos decibeles en relación a los materiales anteriores.
Pero, en una perspectiva ajustada a una escucha integral y no contaminada por la coyuntura, resulta evidente que Led Zeppelin III marcó un escalón de evolución en el camino de la banda y no una traición a la rabia electrificada de sus inicios.
- 22 junio 2014