El 6 de junio de 2009, Gabriela Montenegro (29) fue vista por última vez en un cumpleaños familiar en Pico Truncado. La buscaron intensamente, hubo allanamientos y rastrillajes.
Durante todo el proceso su madre apuntó contra la pareja de Gabriela, Mario Bosso, que ya había sido denunciado por violencia doméstica. Cuando se cumplieron 27 días de búsqueda, familiares de la joven fueron a verlo y le suplicaron por la aparición de Gabriela viva o muerta. Al día siguiente el cuerpo fue encontrado en la Laguna de los Patos. Tenía 15 puñaladas y lo habían plantado ahí porque esa zona había sido parte del rastrillaje.
En el año 2011, Bosso fue condenado a 18 años de cárcel. El juicio terminó en insultos porque la familia de Gabriela tenía expectativas con que se le diera perpetua, un reclamo en el que coincidió la Fiscalía.
Ahora se sabe que, sin siquiera haber cumplido la mitad de la condena, Bosso logró que la Cámara Criminal de Caleta Olivia a través del juez Juan Pablo Olivera, le permitiese salir a trabajar a la empresa de un amigo informó Tiempo Sur.
Yaela es la hija mayor de Gabriela. “Nadie nos avisó nada, ni siquiera para que tengamos cuidado” dice y asegura que teme por su vida, ya que el femicida de su mamá “me amenazó varias de muerte”. Por eso “quisimos hacer una perimetral, por mis hermanos menores, pero nos dicen que tenemos que esperar para que actúen, o sea que tiene que agredir a uno de nosotros o matar a alguien más de la familia para que la Justicia pueda hacer algo”.
Como toda violencia doméstica, el femicidio de Gabriela Montenegro no fue de generación espontánea, sino el final de un cúmulo de actos violentos de los que Yaela fue testigo. “Siempre era abusivo con ella, le pegaba, anteriormente ya la había secuestrado en un hotel, intentó matarla, una vez la quiso prender fuego y la agarró a los tiros adentro de la casa en frente mío y de mis hermanos”, relata.
La hija de Gabriela exige “que no lo dejen salir más” porque “tenemos miedo, no estamos seguros. Él debería cumplir por lo menos tres cuartos de condena”.
-¿Cómo siguieron adelante? – les consultó la periodista de Tiempo Sur.
“Ya nada fue lo mismo. Quedamos todos con mi abuela que cobra la Asignación Universal. Quedó un dolor muy grande en la familia. Todos los 6 era un día muy triste hasta que nació mi nena, en la misma fecha que desapareció mi mamá y con tres minutos de diferencia. Pensamos que ella nos la mandó para que dejemos de estar tristes, pero ahora tenemos terror”.