Desde este jueves en el cine Español se exhibe el film del director surcoreano Bong Joon-ho que ha sido nominado a seis premios Oscar, tras su paso triunfal por los Festivales de Cine de Cannes, Sidney y Mar del Plata, y tras ser premiado con el Globo de Oro al Mejor Film de Habla No Inglesa. El domingo también ganó el BAFTA (símil Oscar en Gran Bretaña) a la mejor película extranjera.
Ki-Taek y su familia estan sin trabajo y viviendo en una precaria casa en Seúl, robando wifi de los vecinos. Su vida está por cambiar cuando uno de sus hijos se convierte en el tutor de inglés de los Park, una familia adinerada. Utilizando su ingenio, el joven conseguirá ganarse la confianza de la señora de la casa y así irá introduciendo, poco a poco, al resto de sus familiares en distintos trabajos del servicio doméstico. Este plan que unirá los caminos de dos mundos distintos será el comienzo de un engranaje incontrolable del cual nadie saldrá realmente ileso.
“Fue considerado muy arriesgado y peligroso”, comenta Bong Joon-ho sobre el título de la película. “Particularmente, el equipo de marketing tenía sus dudas porque en Corea la palabra parásito tiene una connotación muy negativa. Debido que la historia es sobre una familia pobre infiltrándose en un hogar de ricos, parece obvio que ‘Parasite’ se refiere a la familia pobre. Razón por la cual el equipo de márketing dudaba”.
LIBRE INTERPRETACION
Las dicotomías arrancan en el título, pues un parásito se apega a un huésped y se alimenta de éste, no por malicia, sino porque está en su naturaleza. “Parasite” tiene como protagonistas a una familia más o menos deleznable: hieren y engañan a gente para poder avanzar socialmente.
A pesar de ello, la familia Kim tampoco resulta del todo antipática, ya que tienen una dinámica cuyo objetivo primordial es la supervivencia familiar, y entre ellos existe un profundo vínculo afectivo.
Los Kim son tan ambivalentes como los Park, la opulenta familia para la que trabajan, quienes lejos de ser los villanos también están rodeados de amor familiar, mientras relucen un paradójico clasismo y dependencia de las clases bajas. Ambos viven el uno del otro, y se alimentan entre sí cuando lo necesitan.
Como lo apunta su director, la película es “una comedia sin payasos y una tragedia sin villanos”. En “Parasite” no importa tanto quién sea culpable de las situaciones o cómo resolver el problema, sino cómo ambos bandos están envueltos en un sistema que los rebasa y del que es prácticamente imposible escapar. La historia transcurre entre detalles, vistazos y paralelismos, acentuando las diferencias entre ambas familias: una vive en un sótano, la otra sobre las colinas, ambas reaccionan diferente a fenómenos como la lluvia o la alimentación diaria, y el trato con los hijos también es diametralmente opuesto.
A pesar de estar limitada a unos cuantos espacios (casi toda la trama se desarrolla en la mansión de los Park), “Parasite” es una cinta inmensa y ambiciosa que desdibuja cualquier noción de clase con una precisión quirúrgica.