Mauricio Macri arrancó su Gobierno proclamando la descentralización de su gabinete económico. Esa división por áreas le dejó a Alfonso Prat Gay el Ministerio de Economía, incluida Hacienda y Finanzas, pero sin Energía. Enfrente coronó a Federico Sturzenegger y su club ortodoxo (a medida del pedido de los votantes tras doce años de liviandad en el cuidado del valor de la moneda) en el Banco Central y puso a hacer política a Rogelio Frigerio con los gobernadores.
A ocho meses de haber consagrado ese esquema el macrismo ahora comienza a hablar del Presidente ministro de Economía, un atajo casi nestorista para solucionar una interna conocida y previsible en el poder. La puja por el keynesiano uso de reservas en la previa al blanqueo que despertó Prat Gay con el Central ni siquiera fue una señal, menos una confirmación, de una relación tirante desde el primer día con Sturzenegger.
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