Murió a los 86 años el gran ilusionista René Lavand

Lavand se destacó en el arte de la cartomagia, al que unía un notable talento narrativo en los relatos que acompañaban sus “nobles trucos”, con un particular manejo de los silencios.

El gran ilusionista argentino René Lavand falleció ayer a los 86 años en la Nueva Clínica Chacabuco de Tandil, adonde había ingresado con una insuficiencia respiratoria, informaron fuentes médicas.

Alabado por colegas de todo el mundo -David Copperfield se declaró su “fan” cuando estuvo en Argentina y el prestidigitador español Juan Tamariz Martel lo calificó como “poeta de las cartas”-, Lavand se destacó en el arte de la cartomagia, al que unía un notable talento narrativo en los relatos que acompañaban sus “nobles trucos”, con un particular manejo de los silencios.

Nacido en la ciudad de Buenos Aires, a los siete años se mudó con su padre (zapatero) y su madre (maestra de escuela) a Coronel Suárez y desde los 14 vivió en Tandil, ciudad a la que consideraba su lugar en el mundo.

“Tandil es el vértice para mí, el lugar al que regresar, el sitio al que volver que debe tener todo hombre”, relató en el filme documental “El gran simulador”, que sobre él realizó Néstor Frenkel y que se estrenó en 2013.

En Tandil, en 2012 y para reafirmar su dimensión pública, la intendencia erigió una estatua en su honor en los jardines del Palacio Municipal.

Nacido como Héctor René Lavandera en setiembre de 1928, René Lavand comenzó a trabajar profesionalmente como prestidigitador en 1960, luego de ganar un concurso y con actuaciones en los teatros Nacional y Tabaris de avenida Corrientes.

En esos años fue invitado a los dos programas de máxima audiencia de la televisión estadounidense: “El show de Ed Sullivan” y “The Tonight Show” de Johnny Carsson, y trabajó luego en Nueva York y en Las Vegas, haciendo también cruceros y realizando presentaciones en México y Venezuela, entre otros países latinoamericanos.

En la televisión argentina fueron famosas sus apariciones en programas como “El show de Pinocho” de Juan Carlos Mareco o “Sábados circulares” de Pipo Mancera, además de tener luego sus propios ciclos como el “Mano a mano con René Lavand”.

Una de las particularidades de Lavand fue que no poseía mano derecha, la que había perdido en un accidente en Coronel Suárez a los 9 años al ser atropellado por un automóvil.

“Tuve la suerte de no poder copiar a nadie, la suerte de tener una sola mano porque no hay técnicas ni libros para prestidigitadores de una sola mano de modo que estuve obligado a hacerme en forma autodidacta, lo que fue una bendición porque así pude forjar un estilo”, declaró en relación con este infortunio del que hizo una de sus marcas y una fortaleza.

Definiéndose a sí mismo en la misma película de Frenkel, Lavand dijo ser “un hacedor de juegos de barajas, un experto en cartas”.

“Magia es la fascinación del artista con la que logra la comunicación con su público; de modo que si dicen que tengo magia en escena me halagan pero no me gusta que me digan mago, eso confunde”.

GRAN CARRERA

Coleccionista de bastones (contó más de 60 de su propiedad), antiguo esgrimista y vecino ilustre de Tandil, Lavand, que llevó su arte por el mundo entero despertando admiración entre colegas y legos, también trabajó en cine bajo las órdenes de Adrián Caetano en “Un oso rojo”, cuando interpretó a El Turco, un mafioso de poca monta que regentea un bar en la Isla Maciel y que intenta asesinar al Oso (Julio Chávez), un antiguo camarada de delitos del que quiere deshacerse para evitar pagarle una deuda.

Además de sus shows y actuaciones, René Lavand recorrió el mundo dando clases y seminarios y publicó cinco libros de técnicas de cartomagia para especialistas a los que debe sumarse su libro de anécdotas, “Barajando recuerdos”.

Su número más admirado y trascendente fue su versión de “Agua y aceite”, donde hizo famosa la frase “no se puede hacer más lento”, jugando al límite entre la ilusión y la posibilidad de descubrir la trampa.

Mi gran maestro -dijo una vez- es Miguel Angel, “él me enseñó a quitar todo lo que sobra, a llegar a lo simple y eso es lo que busco, la belleza de lo simple”.

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