¿Por qué la hidratación es tan importante?

El agua es el componente mayoritario de nuestro cuerpo y un pilar esencial en la alimentación diaria, ya que protege el cerebro y las articulaciones, transporta los nutrientes a las células, retira las sustancias de deshecho y regula la temperatura corporal.

Los expertos indican que, como norma general, debemos beber al menos dos litros de líquido diarios. De esta cantidad, un poco menos de la mitad debe provenir de los alimentos ingeridos, sobre todo frutas y verduras. Y la otra mitad debe ser suplementada con agua o con otras bebidas. Esto supone ingerir algo menos de ocho vasos de líquidos diarios.

Si en el desayuno se toma una taza de leche con café o una infusión, a media mañana un zumo de frutas natural, en cada comida 2 vasos de agua y en la tarde otra infusión ya habríamos conseguido los dos litros diarios.

En la rutina alimentaria diaria los expertos desaconsejan esperar a tener sed para tomar agua, esa sensación refleja un déficit de agua interno que podría afectar al funcionamiento del organismo.

¿COMO PUEDO SABER SI ESTOY BIEN HIDRATADA?

La sensación de sed aparece con la pérdida del 1% del agua corporal total. Además, está clínicamente demostrado que una disminución del 2% de agua en el organismo reduce el rendimiento y la función mental, además de aumentar el ritmo cardiaco y dar lugar a dificultades en el mantenimiento de la presión arterial.

Un 4% de pérdida es ya un claro factor de riesgo, y la falta del 10-15% del agua corporal total puede poner en peligro nuestra vida.

ALIMENTOS ME AYUDAN

A HIDRATARME

No solo es posible hidratarse mediante la ingesta de líquidos, pues muchos alimentos de la dieta mediterránea tienen un alto contenido de agua. Caldos, sopas, verduras, frutas, zumos naturales, batidos, leche, bebidas vegetales pueden ser aliados para un correcto equilibrio hídrico y ayudan a alcanzar la cantidad diaria recomendada.

Es aconsejable repartir la ingesta de líquidos de forma equitativa a lo largo de todo el día, aunque existen tres situaciones concretas en las que hay que prestar una atención especial a la hidratación: ejercicio físico, esfuerzos mentales y conducción.

REFORZAR LA HIDRATACION

Ejercicio físico. La deshidratación que se produce al practicar ejercicio físico debe prevenirse tomando la suficiente cantidad de bebidas, antes, durante y después del esfuerzo. El rendimiento físico tiende a disminuir cuando la falta de líquidos supera un 1-3% del peso corporal, por ello, es conveniente practicar el ejercicio a primera hora de la mañana o última de la tarde para evitar un aumento excesivo de la temperatura corporal causado por una reducción de la sudoración y del flujo sanguíneo, inducido por la deshidratación

Esfuerzo mental, al estudiar o trabajar. Es importante beber la cantidad de agua adecuada cuando hacemos un esfuerzo mental, tal como estudiar o trabajar. El cerebro recibe un 20% del total del flujo sanguíneo, y si el cuerpo está deshidratado, el volumen de sangre, incluida la que alcanza el cerebro, se verá reducida. Además, existen evidencias científicas que corroboran que dar al organismo la cantidad adecuada de líquidos reducirá la gravedad del dolor de cabeza, del cansancio y de la pérdida de concentración.

Conducción. Cuando conducimos, al encontrarnos en un espacio cerrado donde suele elevarse la temperatura, podemos experimentar un exceso de sudoración que implicará pérdidas de agua y sales minerales, incluso con aire acondicionado si se trata de trayectos largos. Así, las bebidas sin alcohol durante el viaje ayudarán a reducir la fatiga.

POR DENTRO

Y POR FUERA

Hidratar a diario la piel. Esto es especialmente importante en aquellas personas que padecen algún tipo de dermatosis. Un emoliente adecuado ayudará a mantener una piel sana.

Evitar lavados excesivos y no utilizar productos agresivos para el lavado de cara y cuerpo. En este sentido, asegura que hay que escoger productos suaves y testados dermatológicamente y evitar ducharse con agua muy caliente o muy fría. Lo ideal es el agua tibia y no ducharse más de una vez al día, ya que esto aumentaría la deshidratación de la piel. Y es que la piel pierde el 25% de su hidratación natural durante la ducha.

Evitar el tabaco y el alcohol, ya que repercute de forma negativa en la salud de nuestra piel generando productos oxidativos que dañan nuestras células cutáneas.

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