¿Por qué nunca revelaron el verdadero nombre de El Chavo?

El Chavo del 8 fue una de las exitosas series en la historia de Televisa, que logró tener una fama mundial, siendo traducida a más de 10 idiomas, por lo que podemos decir que casi todos hemos crecido con la ocurrentes aventuras del niño del barril de la vecindad. 

Han pasado décadas y sigue emitiéndose por televisión, incluso, para llegar a un público más joven, se lanzó una versión animada que sigue el mismo concepto de la producción original, respetando a los personajes y las historias que los conectaba.

Muchos niños, y también adultos, mantenían una curiosidad sobre el origen del niño que decía “eso eso eso” y “es que no me tienen paciencia”. ¿Cuál es su verdadero nombre y dónde están sus padres? A lo largo de los episodios, se esperaba que en algún momento a alguno de los personajes se le escapara el nombre, pero Roberto Gómez Bolaños (“Chespirito”) supo cómo manejar esta situación, por lo que nunca ocurrió.

Para poner fin a esta cadena de dudas, el actor mexicano protagonista de la serie publicó un libro que se tituló “El diario del Chavo del 8″. Este se lanzó al mercado en los años 90 para despejar algunos misterios en torno a los personajes que vivían en la vecindad.

Según las páginas de este escrito, el Chavo fue abandonado de pequeño en una guardería, donde vivió por muchos años. Por la soledad y el no sentirse parte del grupo de niños que se encontraban ahí, tomó la decisión de escapar, cansado de esperar que lo adoptaran.

Aunque no se mencionan razones por las que sus padres lo abandonaron, el escritor explicó que su nombre siempre fue Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi, el cual nunca apareció en ningún diálogo, ni por casualidad. Lo que sí genera curiosidad es que no se sabe si el niño eligió su propio nombre para poder iniciar una nueva vida, o se lo otorgaron en el hogar de apoyo.

Si recordamos los episodios de la serie mexicana, cuando se le preguntaba su nombre, este daba una respuesta irreverente o cambiaba rápidamente de tema. Incluso, en algunas escenas atinaba a decir “pi, pi, pi, pi”, una onomatopeya que usaba para expresar que estaba triste o llorando.

Con esta revelación que se detalló en la publicación, se desprendió otro tema de debate entre los fanáticos: ¿los que vivían en la vecindad sabían lo de su abandono? Aunque nunca dieron una respuesta al respecto, es evidente que todos sus vecinos mostraban una preocupación por su bienestar, muestra de ello fueron los episodios especiales donde lo invitaban a cenar, le daban regalos y lo consideraban como parte de sus familias, además de que nunca lo dejaban solo, quizás por el temor de que le ocurriera algo o intentara escapar nuevamente.

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