Precariedad

El lunes y el martes en la ciudad cayeron casi 50 milímetros de agua, lo suficiente para dejar a la vista mucha imprevisión e improvisación con la que, a veces y desde hace tiempo, se hacen o se dejan de hacer cosas y obras.
Llovió durante dos días, es cierto, no con la fuerza de un temporal, pero la ciudad nuevamente quedó en un estado de precariedad casi total, con pozos por todos lados, que son los de siempre pero ahora repletos de agua, con toda la zona norte sin energía eléctrica, con las obras inconclusas y detenidas, y con escuelas que debieron suspender las clases por falta de calefacción o filtraciones.
Lo grave es que esto nos suceda, y no solo lo decimos porque es nuestra ciudad, sino porque Comodoro sigue siendo la Capital Nacional del Petróleo y la locomotora que empuja el crecimiento de la región y la provincia. Sin embargo, “acá en Comodoro” continuamos con problemas, que son los de siempre, y por lo tanto agravados.
Mientras todo esto sucedía, en el municipio se trabajaba denodadamente en áreas como Defensa Civil y Tránsito, y se exhibía casi como único orgullo, además de este trabajo, que los canales evacuadores funcionaron bien y que no hubo evacuados, con lo que se estaba reconociendo que la lluvia (que no fue ni por el asomo la que cayó en los violentos temporales del 17 febrero del 2010 o el del 14 de enero pasado), puso en jaque a la ciudad de la que, aproximadamente, salen 75 millones de pesos por día que se generan a partir del petróleo.
Mientras esto sucedía, en el Concejo Deliberante se tenía la mala idea de discutir, con la SCPL, la forma en la que se producirá un nuevo incremento en las tarifas de los servicios que se prestan y que, a ojos vista y en función de la experiencia diaria, distan mucho de ser ideales.
Mientras esto sucedía, en la Legislatura se discutía si se trataba o no la expropiación de Alpesca, que es cierto que aparece como la solución para mantener miles de puestos de trabajo, pero que hasta el momento no tiene la claridad suficiente como para que el Estado no sea, una vez más, el socio bobo de empresarios inescrupulosos que pueden, además del daño que causaron, llevarse 300 millones de pesos.
La lluvia del lunes y martes, paradójicamente despejó la cáscara con la que se intenta cubrir, en los discursos y anuncios, la realidad. El agua que cayó del cielo dejó en esta tierra calles anegadas y la bronca de los vecinos que notan que las obras se demoran sin otra excusa que la no reconocida falta de planificación, al fin y al cabo todos saben que ahora llueve más pero que nunca esta fue época de construcción. Sin embargo las obras, hasta las más simples, como la reparación de una calle o un pasaje, se inician sin ese mínimo cálcu-lo. El resultado son arterias abandonadas a su suerte, que parecen ser más un paisaje de un Sarajevo bombardeado, que de lo que debería ser Comodoro Rivadavia.
Y mientras esto nos sigue sucediendo, la mayoría de los gobernantes en funciones no están tratando de remediar los daños que se provocan por esa falta de planificación, inversión y preocupación. La mayoría está pensando en cómo armar la boleta para el 2015, en qué lugar y con quién estar para continuar en el mismo lugar o tal vez ascender de casillero en este verdadero juego de la Oca en el que se ha transformado la política.
Una vez más, hay que decir, la sociedad, la ciudad, la gente y sus problemas parece estar disociada de las decisiones que toman los gobernantes, que siguen apostando, parece, a la política de los anuncios y los grandes planes de obras, cuando lo que está faltando, y desde hace rato, es una planificación y respuestas simples, directas y concretas para los problemas de todos los días, que a veces quedan más expuestos si, en alguno de esos días, llueve.
Parafraseando dos ideas interesantes hay que decir que: “tu falta de planificación es mi emergencia” y que, como decía Deepak Chopra, “sea que nos guste o no, todo lo que está sucediendo en este momento es producto de las decisiones que (no) tomamos en el pasado”.

Fuente: Saúl Gherscovici

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