Rousseff es criticada por su vice y se complica la escena política en Brasil

Michel Temer asegura en una carta que la presidenta nunca confió en él ni en su partido y que sólo los tuvo en cuenta en momentos de crisis como la actual, que amenaza con llevarla a un juicio político.
El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, aseguró ayer en una carta que la mandataria Dilma Rousseff "nunca" confió en él ni en su partido y que sólo los tuvo en cuenta en momentos de crisis como la actual, que amenaza con llevarla a un juicio político, lo que motivó la respuesta de la jefa de Estado, quien prometió luchar contra el impeachment al que equiparó con un golpe.
Las declaraciones de Temer, primero en la línea sucesoria en caso de que la presidenta sea despojada de su cargo en un eventual juicio político, aparecieron en una carta que le dirige a Rousseff, divulgada y fechada ayer en San Pablo.
"Pasé los cuatro primeros años de gobierno como un vicepresidente decorativo", aseguró sobre el primer mandato de Rousseff, y apuntó que en ese período perdió "protagonismo político" y "sólo" fue llamado para resolver problemas con el aliado Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD) que él lidera.
Con la carta enviada anteanoche a la presidenta, cuyo contenido fue reproducido ayer por medios locales, Temer rompió el silencio que mantenía desde el miércoles pasado, cuando su correligionario en el PMDB y presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, acogió un pedido de destitución de Rousseff.
En la misiva, Temer expresó que ejerce su cargo con "la lealtad institucional" que impone la Constitución y con su "natural discreción", pero que "siempre" supo de la "absoluta desconfianza" que tanto Rousseff como "su entorno" tienen en relación a él y al PMDB, principal pilar de la coalición de gobierno.
También señaló que ni siquiera sus "esfuerzos" por mantener al PMDB "unido" en torno a su gobierno, pese a las disidencias internas en esa formación, bastaron para "generar confianza" e impedir "el menosprecio" con que asegura que ha sido tratado.
Durante la última semana, frente a la posibilidad de ser sometida a un juicio con miras a su destitución por denuncias de irregularidades fiscales, Rousseff ensalzó la figura de Temer y al PMDB, de los que dijo que "siempre" han tenido su más "absoluta confianza".
Incluso el lunes cuando fue consultada sobre su confianza en Temer, la mandataria fue tajante: "no tengo porque desconfiar ni un milímetro de él", señaló.
Pero ayer, poco después de que tomó estado público la carta de Temer, Rousseff prometió luchar contra el juicio político, al que equiparó con un golpe.
"Voy a luchar con todas mis fuerzas para que tengamos un Brasil donde se respeten las instituciones, voy a luchar contra el proceso de interrupción de mi mandato. Lo que los golpes construyen es caos", enfatizó.
Reiteró el argumento de que el impeachment es una forma de golpe encubierta que puede generar divisiones entre los brasileños alimentando el clima de inestabilidad.
En cambio, Geraldo Alckmin, gobernador del estado de San Pablo, defendió la legalidad de un eventual juicio político. "Quisiera dejar claro que el impeachment está previsto en la Constitución y la Constitución no es golpista...", afirmó Alckmin en declaraciones publicadas hoy por el diario Valor Económico.
Además de gobernar San Pablo, Alckmin es uno de los dirigentes del opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y uno de los que se reunió el fin de semana con Temer.
En el PMDB de Temer existen desde hace meses sectores disidentes que han declarado su decisión de romper con el gobierno y, en especial, con el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff.
Uno de esos sectores es encabezado por Cunha, quien como jefe de la Cámara de Diputados fue quien autorizó iniciar los trámites que pueden llevar al juicio político contra Rousseff. Pero Cunha está contra la pared y puede perder su cargo en un proceso iniciado por el Congreso, debido a sus implicaciones en el escándalo de corrupción en Petrobras.
Sin embargo, las disidencias en el PMDB van más allá de Cunha debido a que previo a conocerse la carta de Temer, Rousseff ya había perdido el apoyo de miembros importantes del partido como el del ministro Eliseu Padilha, de Aviación Civil, quien el lunes presentó su renuncia.
En la carta Temer insistió en que "jamás" él o el PMDB fueron "llamados para discutir formulaciones económicas o políticas sobre el país", pues eran tratados como "meros accesorios, secundarios y subsidiarios", y recordó que, a inicios de este año, cuando se gestaba la crisis política que afectó al país, fue convocado para asumir la coordinación política del gobierno, con la misión de que se aprobase en el Congreso un ajuste fiscal para atajar el descalabro económico.
"No titubeamos. Estaba en juego el país", aseguró, pero añadió que los "acuerdos asumidos con el Parlamento" no fueron cumplidos por el gobierno, lo que le llevó a dejar esa tarea de coordinación.
También afirmó que "el PMDB está consciente de que el gobierno busca promover su división, lo que ya intentó en el pasado sin éxito", y dijo que mantendrá un "cauteloso silencio" en relación al posible juicio contra Rousseff "con el objetivo de buscar la unidad partidaria".
Terminó la carta con un párrafo en el que sugiere que su relación con Rousseff puede estar en un punto de ruptura. "Finalmente, sé que usted no tiene confianza en mí ni en el PMDB hoy, y que no la tendrá mañana. Lamento, pero esa es mi convicción", concluyó.
Como fondo de este contexto de tensión política y de una posible ruptura entre Rousseff y Temer, la Cámara baja estaba dispuesta ayer a definir los nombres de los 65 diputados de la comisión especial que defina el inicio del juicio, y oficialismo y oposición disputaban el apoyo de los movimientos sociales para ejercer presión en contra o a favor de la continuidad del proceso.

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