Sebastián Díaz Morales: el arte de resignificar la realidad

Nació en Comodoro Rivadavia, hizo la secundaria en el CUP y luego estudió Dirección de Cine en la Universidad de Cine de Antín en Buenos Aires. En el año 2000 viajó a Amsterdam y desde entonces sus producciones y su obra recorren el mundo.

Sebastián Díaz Morales nació y se crio en Comodoro Rivadavia, hizo la secundaria en el Colegio Universitario Patagónico, el lugar donde encontró la libertad de iniciar sus primeros experimentos en video. Luego estudió Dirección en Buenos Aires.

“En mi documento de identidad holandesa figura que soy de Comodoro a secas. Se les pasó el Rivadavia, ¡vaya uno a saber dónde es ese lugar!”, cuenta entre risas Sebastián.

Llega a Amsterdam, Holanda, en el año 2000 buscando un lugar donde pudiese desarrollar su trabajo, que desde hacía ya un tiempo era el audiovisual, buscando también una experiencia distinta. Allí hizo una residencia de arte que le enseñó mucho de otro contexto y de otras formas de visualizar y armar una idea, y de a poco se fue quedando.

Trabaja como artista visual, un poco como trabajaría un pintor que vive de su obra a diferencia que su lienzo es la pantalla digital.

Normalmente su vida se divide entre el trabajo en el atelier, sus hijos y viajes relacionados con proyectos y exhibiciones, aunque el último año se ha interrumpido esto debido a la pandemia.

Siempre que puede vuelve a la Patagonia, viaja solo o con la familia, pero afirma que “hoy se puede estar en varios sitios a la vez; no es lo mismo, pero a veces se es más productivo y constructivo de esta manera”. Encuentra un equilibrio entre el trabajo y la vida más fructífera y sana de esta forma.

Y agrega: “uno nunca se va del lugar en el que nació y se crio y definitivamente, nunca se vuelve”.

LA OBRA

En su obra intenta encontrar posibilidades a otras narraciones, a realidades opcionales a la establecida. Hay mucho de ficción, de búsqueda, de transformación y de juego de resignificación. “Es siempre un recorrido exploratorio que comienza con un dejarse perder para encontrar un camino aleatorio”, describe el artista.

De alguna manera intenta también que sus trabajos sean funcionales a un espacio, territorio o sociedad. Se alía con aquello que se encuentra en los márgenes, por ejemplo, en 1998 realizó, junto con la agrupación Quilimbay, una película de ciencia ficción en Comodoro, Paralelo 46, que, aunque sitiada en un tiempo paralelo y/o futuro, fue muy crítica con la realidad que en aquel entonces se vivía en la ciudad.

En el 2001 hace una película en Jakarta que, a través del salto de un paracaidista, representado por un paracaídas de juguete, desde el monumento nacional, la película muestra en su recorrido las desigualdades y los deseos de su gente en la vida de la capital de Indonesia.

Ahora trabaja en una serie de personajes que recorren ciertos paisajes urbanos y naturales como Buenos Aires, la Patagonia, Jakarta y una cárcel panóptica devenida en universidad, en los Países Bajos en donde, de toma a toma, el mapa de dicho lugar se redibuja a través de la conexión aleatoria de los sitios recorridos.

Luego, el trabajo terminado queda muchas veces en el camino entre una película o una obra con un lenguaje más cercano a una pieza de arte, que, por lo general, exhibe en museos, espacios de arte, galerías.

“Creo que siempre cargamos en nuestro lenguaje y quehacer con aquello que es propio de nuestra identidad. Quizás en mi trabajo me adapto mucho y encuentro siempre formas de improvisar. También tengo una necesidad de crear obra que pueda cubrir huecos y de salir a acampar, metafóricamente hablando, a otros sitios. De hacer cosas en conjunto y si es con amigos o familia mejor, de colaborar siempre que se pueda. Quizás esa parte de mi identidad se refleje en el trabajo”, cuenta Sebastián.

Ahora trabaja en una película sobre la Documenta de Kassel, en Alemania, o, mejor dicho, sobre el proceso de trabajo colectivo que comenzó el grupo curatorial ruangrupa. “Nos conocemos con este colectivo desde hace ya 20 años y como forma de afianzar nuestra amistad y trabajo, decidimos hacer una película que transcurra ahora y se prolongue en los próximos 10 años”, resalta el director.

Simultáneamente, prepara otra serie de videos de “Pasajes” en donde el personaje y amigo Federico Zukerfeld se pierde en un edificio que sirvió como escondite a un grupo de jóvenes judíos durante la ocupación nazi en Amsterdam, durante la Segunda Guerra Mundial. Otro trabajo incluye a este mismo personaje, que se pierde en las profundidades del aeropuerto de Schipool de Amsterdam.

Recientemente inauguró una muestra en Gante, Bélgica, y participa en otras dos grupales en curso en la Fundación Proa, en el Centro Cultural Kirchner en Buenos Aires, y una tercera en Maastricht en Holanda.

Para conocer más sobre la obra de Sebastián, se puede ingresar a su sitio web o seguirlo en sus redes sociales.

www.sebastiandiazmorales.com https://vimeo.com/sebastiandiazmorales https://www.instagram.com/sebastiandiazmorales/ https://www.facebook.com/sebastian.d.morales.71/

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