Sin controles, pero con mucha incertidumbre

Reuniones familiares, actividades sin protocolos y confusiones varias son algunos de los aspectos que dejó en la población el DNU que emitió el Gobierno provincial. 

Comerciantes y otros emprendedores buscan compatibilizar normas y necesidades justo en una semana en la que se produce un aumento de casos positivos.

A partir de la medianoche del sábado comenzó a regir en esta ciudad y en Rada Tilly el nuevo DNU provincial que estableció las medidas sanitarias para detener el avance del coronavirus. Desde el mediodía del viernes hasta la tarde del sábado nadie sabía qué alcance tenían las disposiciones de Fontana 50.

La demora de la publicación del decreto generó confusión en la población sobre lo que se podía hacer y lo que no. Lo único claro era que no habría clases este miércoles, jueves y viernes.

Muchos comerciantes no sabían si abrir sus puertas o resignarse a intentar vender por internet. Otros no lo pensaron mucho y abrieron aun con el temor de ser multados y aumentar sus números en rojo. Trabajadoras domésticas decidieron tramitar nuevos permisos de circulación y no pocas perdieron sus ingresos diarios.

LA PESCA Y EL ASADO

El domingo fue un anticipo de lo que se viviría lunes y martes. La mañana se caracterizó por la incertidumbre de salir o no. Muchos creyeron que se había vuelto a la Fase 1. Nada más lejos de la realidad.

Acorde pasaban las horas, “la normalidad” se abría paso entre tantas dudas. Las plazas no se llenaban pero algunos buscaban camuflarse entre los árboles. La costa recibía a los pescadores. Las cañas y carnadas se mezclaban entre los mates que compartían entre familiares.

Entre este paisaje se dejaba ver un fuego que sirvió para hacer un asado. Todo muy normal en días donde Comodoro atraviesa números preocupantes en la ocupación de camas y en casos positivos de COVID-19

LA PERIFERIA Y SU RITMO DE VIDA

La actividad en los barrios más alejados del centro de Comodoro siempre significó un problema para las autoridades. Ni siquiera cuando el ministro de Seguridad de Chubut, Federico Massoni, se manejaba cual Rambo, hicieron posible el cumplimiento de protocolos. Fiestas, kioscos clandestinos, corridas, peleas, fútbol en los playones deportivos y música a todo volumen hasta la madrugada fueron algunas de las denuncias de vecinos con conciencia que jamás obtuvieron respuestas.

No importa el decreto o las medidas de restricción: los barrios de Comodoro mantienen sus propias reglas. Las fiestas comienzan a las 19 y se terminan cuando pase el primer colectivo o hasta después del mediodía cuando la circulación de los vecinos es casi normal.

Los comercios tampoco quedan afuera a este incumplimiento. El uso de barbijo es casi anecdótico y el alcohol en gel ya es pasado. Un panorama muy distinto a lo que se exige en los polos comerciales más conocidos de esta ciudad.

Los clientes se resignan. Una y otra vez reclaman para que se respeten las medidas sanitarias y deciden no comprar más en determinados locales. Sin embargo, por una u otra cuestión deben asistir a esos comercios, aun sabiendo que los protocolos no se cumplen, mientras quienes deben controlar miran para otro lado.

ACOMODARSE EN LA INCERTIDUMBRE

La falta de precisión con respecto a las medidas sanitarias también complica la organización de cada uno de los sectores. En estos días los gimnasios empezaron a abrir sus puertas a las 6 para compensar la pérdida de turnos desde las 19.

Lo mismo pasó con las tiendas de ropa, bijouterie y electrodomésticos. Todos ellos trabajan en horario corrido pese a que tienen “horarios muertos” donde prácticamente no ingresan clientes.

Las cervecerías y las cafeterías fueron las más afectadas. Es que el grueso de sus ingresos se da a partir de las 19. Muchos de estos locales improvisan almuerzos musicales con artistas para tratar de atraer clientes, pero se sabe que lo que funciona a la noche no siempre tiene buenos resultados durante el día.

En el medio quedan los trabajadores. La mayoría de los empleados están liberados cuando todos están cerrando las persianas. Muchos no alcanzan a comprar sus alimentos o algo tan simple y cotidiano como cargar la tarjeta SUBE. Lo único que tienen claro es que tienen la “autorización” para llegar hasta las 20 a sus domicilios. Después de ese horario pueden ser sancionados por las autoridades.

Lo cierto es que las medidas dispuestas para estos 9 días son ambiguas. En esos puntos grises la población trata de llevar una vida normal donde la incertidumbre reina en el día a día. Mientras, los centros asistenciales están desbordados y sus trabajadores cansados.

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