Vacaciones es sinónimo de relajación pero para muchos, el hecho de pensar en preparar un viaje, puede provocarles el efecto contrario.
Los casos de estrés se disparan aún más en casos de familias con hijos, puesto que es más complicada la organización del viaje. El aumento del pulso y el ritmo cardíaco, la respiración irregular, la dificultad para conciliar el sueño e incluso los dolores musculares son algunos de los síntomas del pre viaje.
EXCESO DE PLANIFICACIÓN
Sin embargo, mucha gente no sólo se estresa antes de viajar sino durante. Y proyectar un viaje con el propósito de eliminar el estrés no es sencillo, pues el exceso de planificación o búsqueda de atracciones, podría empeorar la situación. Entonces vale una pregunta: cuando uno se va de vacaciones, ¿hasta qué punto permite que lo sean realmente?
“Los malos hábitos de comer mientras se trabaja, ir a los centros comerciales, hacer miles de cosas en un día, generan altos picos de estrés, y a veces en lugar de cortar con todo eso, nuestras vacaciones parecen una prolongación de nuestra vida diaria”, considera Julián Gurfinkel, cofundador de Turismocity.
“Entonces, el Slow Travel viene a romper con esta idea de viaje de estar dos días en cada ciudad, recorrer todo rápido (y a la vez no conocer nada). Propone disfrutar los destinos con tranquilidad, disponer de más tiempo. Es una buena forma de abrir la mente y de conocer nuevas culturas en profundidad”, agrega.
El Slow Travel busca contrarestar el estrés que generan esos viajes a los cuales hay que apegarse a un itinerario y conocer la mayor cantidad de lugares posibles en pocos días.
Esta tendencia inició como un movimiento durante los 80 que, con el auge de la comida rápida, buscaba promover los espacios de comidas locales, es decir los platos típicos de cada ciudad; buscando una forma de andar sin apuros. Esto devino hoy en el mundo de los viajes.
El concepto busca que los turistas viajen sin prisa alguna, disfrutando del tiempo en cada lugar, descansando y empapándose de las historias que cuentan sus calles. Ir a los mercados, disfrutar de su cultura y comida. Es una nueva práctica que lleva a que se visiten las ciudades, integrándose a ellas para descubrirlas con un mayor detalle y menos prisa.