"Soy un jefe jodido"
Pedro está grande, pero no por ello cambió su forma de actuar. No vive (ni vivió) de excusas. Le pone el cuerpo a lo que dice y hace. Y eso le valió ser un referente de zona norte. Siempre con el apoyo incondicional de Miguel Blanco como funcionario. Cuando este se retiró de la función pública, a Caffaro le tocó emigrar del lugar donde había todo para construir para pasar a otros sectores para 'quitarle' presencia.

Pero hay ‘profes’ que marcan generaciones. Y el “Caffa” es uno de ellos, con sus limitaciones o virtudes nunca dejó de hacer de la exigencia el camino de la excelencia. Algo mal visto en los tiempos donde la facilidad está de moda.

“Yo soy un jefe jodido en la exigencia, pero si lo hago es para que las cosas salgan lo mejor posible. Conmigo se trabaja o se trabaja. No hay opción. En las colonias siempre nos mandaban ‘punteros’ que teníamos que andar cuidando más que los propios colonos. Nosotros somos docentes, y frente a los alumnos tenemos que ser una presencia. Muchos de los chicos por ahí no tienen papás y el ‘profe’ es la referencia más cercana que tienen. Entonces nada te tiene que dar lo mismo”, recalca.

Como padre fue lo mismo en la crianza con sus hijos. Lo fue cuando le tocó tenerlos como alumnos y cuando se estaban formando como futuros colegas.

“Mis hijos siempre me recriminaban porqué les exigía más a ellos que al resto de los chicos en las clases o los deportes. Y si lo hacía era porque los conozco bien. Y no quería que piensen que porque su papá era el ‘profe’ contaban con algún tipo de beneficio. De hecho, cuando se les estaba ‘estirando’ la carrera, opté por cortarle todos los viáticos, así se ponían las pilas y se recibían de una vez. Hoy puedo decir que ambos son el mayor orgullo que tengo en mi vida”, sentencia.