Suiza logró un triunfo agónico sobre Ecuador, cuando ya el empate parecía inamovible. En un partido donde las imprecisiones estuvieron por encima de los aciertos y en el que Ecuadro quizás pagó un precio demasiado alto por sus desatenciones en el fondo.
Antes, Ecuador supo aprovechar al máximo su oportunidad y las ventajas que le dió Suiza. Mantuvo el orden frente al movimiento por momentos interesante de los helvéticos y, fundamentalmente, tuvo la vocación de buscar el resultado aún cuando era superado en el terreno. Por eso Ecuador se quedó con la primera parte.
La buena disposición táctica de Valencia, la proyección de Ayoví y la entrega permanete de Caicedo, fueron más que los intentos de Shaqiri, Behrami o del hábil Granit Xhaka. Suiza era ordenado, pero poco preciso y si bien Domínguez pasó algunos sustos, el empate estaba más en intenciones que en concreciones.
Pero inesperadamente en la primera jugada de la segunda parte, Suiza aprovechó la devolución de gentilezas de su adversario que le dio las mismas ventajas que ellos le habían dado a Ecuador en el primer gol. El empate, inesperado, pero justo al fin y al cabo, le quedaba mucho mejor al partido. De allí en más se repartieron errores y fueron dibujando un partido intenso, dinámico y entretenido que se encaminaba hacia un empate clavado. Pero ya en el descuento apareció el Bosnio Seferovic para decretar una victoria que tal vez se pueda justificar en el hecho de que los suizos nunca bajaron los brazos.